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De la "casita robada" a la Casa de la Memoria
A diez a?os de un triunfo popular



El 29 de diciembre de 1994 los sobrevivientes de la familia Ravelo recuperaron la casa del matrimonio de ciegos integrado por Mar?a Esther "Cuki" Ravelo y Etelvino Vega, oriundos de Santa Fe, de Santiago 2815, en la ciudad de Rosario. Los dos forman parte de los 650 desaparecidos que cuenta la historia provincial y aquella propiedad donde funcionaba la soder?a Lodi SRL fue usurpada por el Comando del Segundo Cuerpo de Ej?rcito durante diecisiete a?os, desde el 17 de setiembre de 1977 cuando alrededor de sesenta hombres armados irrumpieron a sangre y fuego para detener, torturar y desaparecer al par de ciegos militantes de Montoneros. No dejaron ni el perro lazarillo ni el cochecito del entonces peque?o Iv?n que d?as despu?s fue entregado a una vecina. Una contratapa de Osvaldo Bayer en diciembre de 1992 abri? el camino de la dignidad. Estas cr?nicas dan cuenta de parte de una de las pocas victorias materiales de los sobrevivientes del genocidio a la hora de recuperar algo de lo saqueado.

Agosto de 1994

Despu?s de 17 a?os de ocupaci?n ilegal, la Gendarmer?a abandon? la casa de Santiago 2815, que fuera usurpada al matrimonio de ciegos Etelvino Vega y Mar?a Ester Ravelo, el 17 de setiembre de 1977, en un operativo de las fuerzas conjuntas de la dictadura militar y cedida por el Comando del II Cuerpo de Ej?rcito al Centro de Suboficiales y Gendarmes Retirados y Pensionados en noviembre de 1978.
En una silenciosa siesta de agosto de 1994, los vecinos del barrio revivieron las im?genes de hace 17 a?os cuando camiones verdes se estacionaron frente a la ex soder?a del matrimonio de ciegos y empezaron a cargar los muebles y ?tiles del Centro de Gendarmes, pero esta vez, para irse.
El hecho fue mantenido en silencio ante el inminente fallo de la justicia civil que declarar? curadora a Alejandar Leoncio de Ravelo.
Como ocurriera en febrero de 1993, los vecinos fueron quienes registraron las maniobras de los gendarmes que quisieron borrar los rastros de su presencia en la "casita robada" durante 16 a?os.
Autoridades de Gendarmer?a reconocieron haber dejado el domicilio de Santiago 2815 de Rosario, por lo que el hecho es el triunfo de la memoria y la obstinaci?n de las abuelas de Iv?n Vega -Piti- el chico que al momento del procedimiento contra sus padres ten?a dos a?os y que salv? su vida gracias a la acci?n de una vecina que se lo llev? a una prima.
"Estoy content?sima", dijo la Negrita, Alejandra Leoncio de Ravelo, mientras que la Gringa, la vecina del matrimonio de ciegos, rog? "al padre celestial para que el Piti y la Negrita vuelvan y est?n bien, porque hace tiempo que se fueron".
Mirando por un espacio que qued? despintado del grosero gris con que los gendarmes cubrieron paredes, cristales y ventanas luego del primer acto que realizaron las Madres de Plaza de Mayo en marzo de 1993, por la recuperaci?n del inmueble, se puede observar el amarillo original de la casa, mientras los rayos del sol se meten iluminando los mosaicos del interior.
El timbre no funciona y el tel?fono da permanentemente ocupado. Ya no est? el cartelito escrito a m?quina que se?alaba el horario de atenci?n a los gendarmes retirados. "Se fueron una tarde. Llegaron los camiones verdes y empezaron a cargar algunos muebles. Yo sab?a que algo hab?a pasado, pero como soy nueva en el barrio no entend?a bien de qu? se trataba", apunt? una mujer encargada de la tienda de Santiago y Rueda, donde antes, otra se?ora, apunt? gran parte de la historia que luego verific? la justicia civil santafesina.
Laura, la "Gringa", la mujer que se anim? a acompa?ar a Alejandra Leoncio de Ravelo a denunciar los hechos ante la Comisi?n Nacional sobre la Desaparici?n de Personas y la que mejor reconstruy? los hechos frente a este periodista en febrero de 1993, dijo que "luego de la publicaci? en el diario, los vecinos no me quisieron saludar, pero les gan? por cansancio, porque siempre saludaba igual".
Al verificar la huida silenciosa de la Gendarmer?a, la "Gringa" aspir? a que "ojal? el Padre Celestial los ayude y los tengan bien a Piti y a la abuela, a la Negrita. Yo quiero que ellos dos vengan. Ya es hora. Hace rato que se tuvieron que ir", dijo la mujer que nunca se trag? aquella historia de "una familia de subversivos" con los que los militares quisieron inocular el miedo entre los vecinos del barrio.
Para la Negrita exist?a la urgencia de contar con la casa. "El Iv?n est? apurado para tener la casa poque tiene muchos apremios de plata y ninguna de las dos abuelas lo puede ayudar", le confes? a este cronista.

La Casa de la Memoria.

Iv?n Alejandro Vega recuper? su casa, despu?s de 17 a?os de usurpaci?n, el 29 de diciembre de 1994, como consecuencia del operativo de fuerzas conjuntas que hizo desaparecer a sus padres, el matrimonio de ciegos compuesto por Etelvino Vega y Mar?a Esther Ravelo, el 17 de setiembre de 1977.
Alrededor de las diez de la ma?ana de aquel jueves 29 de diciembre de 1994, en el juzgado de primera instancia de circulaci?n de la 4? nominaci?n, Iv?n, en compa??a de su abuela Alejandra Leoncio de Ravelo, el abogado Norberto Olivares, y tres integrantes de los organismos de derechos humanos, acordaron con las autoridades del Centro de Suboficiales y Retirados Pensionados de Gendarmer?a, el traspaso de la vivienda y la entrega de las llaves que qued? en dep?sito en el tribunal.
Dentro de algunos meses funcionar?n en la casa, algunos de los organismos de derechos humanos rosarinos, que alquilar?n el lugar al joven, quien seguir? viviendo en la ciudad de Santa Fe. La emotividad que rode? a la recuperaci?n de la casita despert? adhesiones en tribunales y de parte de vecinos an?nimos.
Un triunfo pol?tico de los organismos de derechos humanos, un hecho hist?rico por lo que representa recuperar parte del "bot?n de guerra" de los proveedores de la muerte, una victoria contra la impunidad, una demostraci?n de las posibilidades de la justicia en democracia; son algunas de las frases que intentar?n reflejar la jornada de ayer que protagonizaron Iv?n Alejandro Vega y su abuela Alejandra Leoncio cuando las llaves de la casa de Santiago 2815 pasaron a sus manos.
Pero tambi?n hay otras lecturas.
Las que se acercan a los sentimientos. El amor de las v?ctimas frente a la soberbia de quienes se creen impunes por toda la eternidad.
Una postal: terminado el tr?mite en los tribunales provinciales, el presidente del Centro, Julio Alberto Garc?a, en compa??a de otro gendarme, ni siquiera contestaron el saludo de este cronista. Mientras tanto, desde distintas oficinas, los empleados saludaban efusivamente a Iv?n y a la abuela coraje. L?grimas, pa?uelos blancos y sonrisas de un lado; arrogancia, rostros duros y paso apurado, del otro.
Marta Maders, hermana del asesinado senador cordob?s Regino Maders, calific? al hecho como "un canto a la esperanza, esto nos anima tambi?n a nosotros para que alg?n d?a podamos decir que se termin? la impunidad".
Por la tarde, despu?s de las 18, en la Marcha de las Madres, en la Plaza 25 de Mayo, la presencia de Hebe de Bonafini y la Negrita Ravelo era el s?mbolo de uno de los pocos triunfos de la dignidad contra los proveedores de la muerte.
A cinco a?os del indulto presidencial, Rosario demostr? que la resignaci?n no es el ?nico camino para vivir.
"La persistencia de la lucha de los organismos y de estas madres como en el caso de la Negrita, hicieron que la sociedad legitimara el reclamo y que m?s all? de los a?os transcurridos, esto termina siendo una reivindicaci?n de los luchadores sociales desparecidos", apunt? el abogado Norberto Olivares, uno de los art?fices de esta rareza pol?tica que ayer se concret? en Rosario.
"Para nosotros es un triunfo pol?tico porque en esta ?poca en donde nada se recupera, donde ninguno de nosotros hemos recuperado nada en relaci?n al bot?n de guerra, configura para nosotros una gran alegr?a", dijo Elida de L?pez, una de las Madres de Plaza de Mayo que vino de Santa Fe acompa?ando a Alejandra Leoncio.
En la tarde del mi?rcoles, el muchacho de veinte a?os y su abuela, ingresaron en la casita de Santiago 2815 y descubrieron los resultados del saqueo. No hubo posibilidad de controlar el llanto. No ten?a por qu? haberla. Nadie podr? contestar qui?n pagar? por esas l?grimas.
En la casa de al lado, Laura --la Gringa--, la vecina que colabor? con su testimonio ante la CONADEP acompa?ando a Alejandra de Ravelo, recibi? al Piti como si tratase del regreso de un hijo propio. Le cont? de sus travesuras y de su versi?n de la historia, de su mam? y de las visiones que tuvo en sus sue?os.
En marzo del 95, en Santiago 2815, la casa alberg? el trabajo de Liga Argentina por los Derechos del Hombre, a trav?s del pago de un alquiler mensual que recibi? el hijo del matrimonio de ciegos.
Gracias a ese alquiler, Iv?n sigui? con sus estudios para recibirse como t?cnico electr?nico, mientras su abuela, Alejandra, continu? buscando a su hija, la "pinina" Mar?a Esther.
En aquella ma?ana, el amor, la memoria y la esperanza le ganaron una batalla a la soberbia y a la impunidad. Ahora seguir?n las demandas contra el Comando del II Cuerpo de Ej?rcito y la Gendarmer?a por da?os morales y econ?micos. Pero esa es otra historia.
"Alg?n d?a ten?a que volver, pero le daba mucho m?s tiempo. Lo ve?a medio jodido sobre todo porque hab?a que sacarle la casa a la Gendarmer?a", dijo Iv?n Alejandro "Piti" Vega, el ?nico sobreviviente del operativo de fuerzas conjuntas ordenado por el entonces omnipotente Agust?n Feced.
Cuando se encontr? con la Gringa, la vecina que lo cuidaba y lo mimaba, Piti sinti? viejas puertas internas. Algunas abiertas, las otras, por ahora, cerradas. "Me recordaba las travesuras cuando era chico. Un mont?n de cosas. L?stima que yo no tengo memoria".
Iv?n trabaja ahora en un taller mec?nico de la ciudad de Santa Fe. No le va muy bien, "vos sab?s c?mo andan las cosas". En medio de una comunidad que respira pasi?n a trav?s de Col?n y Uni?n, el hijo del matrimonio de ciegos desaparecidos prefiere otras alegr?as. "La verdad que no me gusta el f?tbol".
Ni el perro dejaron con vida cuando ingresaron por la persiana met?lica de la vivienda de Santiago 2815, donde funcionaba la soder?a LODI SRL, de propiedad del matrimonio. Los saqueadores ni se molestaron por eliminar la escritura que prueba la usurpaci?n. Estaban convencidos que la impunidad se perpetuar?a por toda la eternidad. Al Piti ni siquiera le dejaron el cochecito. Apareci? a los dos d?as en la casa de una prima de Alejandra, entregado por cuatro muchachos, a bordo de un Renault blanco 4 L.
Tiene la misma mirada que su abuela y el marr?n claro de sus ojos repite la emoci?n, la alegr?a y la sorpresa de encontrarse definitivamente en su casa, donde espera recibir a Osvaldo Bayer, quien en diciembre de 1992, reactualiz? el caso a trav?s de una contratapa de P?gina/12.
"Lo viv? con alegr?a porque le van a dar la casa a mi nieto, pero a la vez con tristeza, porque lo que yo m?s quer?a que estuviera ah?, no lo encontr? en la casa", dijo Alejandra Leoncio de Ravelo, la mam? de Mar?a Esther, la habilidosa hacedora de empanadas que vivi? hasta la noche del 17 de setiembre de 1977 en Santiago 2815.
Al otro d?a, desde un remoto lugar la llam? para decirle que deb?a pasar a buscar al Piti por la casa de una prima. Desde entonces, Alejandra recorri? comisar?as, regimientos, viaj? por toda la provincia, lleg? hasta La Perla en C?rdoba y a otros "chupaderos" en Buenos Aires, intentando reencontrarse con la Pinina.
El poco dinero que ten?a se lo devor? el camino y el dolor. El viejo kiosko que atend?a qued? en ruinas. "No ten?a voluntad para atender a la gente", sostuvo Alejandra cubierta del pa?uelo blanco que empez? a exhibir desde los primeros momentos, cuando muchos la amenazaban de muerte tambi?n a ella.
"Yo no se por qu? se tuvieron que quedar 17 a?os en un lugar que sab?an que no era de ellos. Por qu? hicieron eso", se pregunt? la Negrita que vivi? la devoluci?n de las llaves pensando en su hija.
"La seguir? buscando mientras viva", promete la abuela - madre coraje. Cansada, con dolor de cabeza, y mucha voluntad para atender a los pocos medios de comunicaci?n que le dieron cobertura a la entrega de las llaves, la Negrita no dejaba de repetir el sentido de la recuperaci?n de la casa para el futuro del nieto: "en el poco tiempo de vida que Dios me preste, quiero que Iv?n pueda ser lo que la madre y el padre hubieran querido. Todo esto es un fruto de la lucha". Cuando est? sola suele quebrarse, "pero siempre me acuerdo de Hebe que nos dice que tenemos que aguantar, aunque a veces no se puede", cuenta la Negrita. Casi veinte a?os despu?s, la vida de Alejandra se ha convertido en una b?squeda de justicia cotidiana, otro de los tantos nombres con que se pronuncia el amor y la memoria.

"Entrar al para?so".
23 de marzo de 1995.

Inauguraci?n de la Casa de la Memoria.
Lo que dijo Osvaldo Bayer.
"Es como llegar al para?so.
Partimos de la abyecci?n, de los m?s bajos sentimientos del hombre, de lo inimaginable en perversi?n, de lo cobarde, del abuso total del poder, o de la gota que deshace la rosa o que destroza la mano de un ni?o. De la petulancia m?s deleznable del uniformado.
17 de setiembre de 1977, el d?a de la verg?enza argentina.
Ning?n hecho m?s definitorio del gobierno de los generales.
La definici?n de lo cobarde por excelencia.
17 de setiembre de 1977, Rosario, calle Santiago 2815, la ?nica batalla ganada por el general borracho, Leopoldo Fortunato Galtieri, un bochornoso remedo mussoliniano de torpeza y brutalidad.
?Crearemos alguna vez la orden de Santiago 2815?. ?Le entregaremos como condecoraci?n a los nuncios apost?licos P?o Laghi y Ubaldo Calabresi para que se la cuelguen al cuello al h?roe de la calle Santiago, teniente general Leopoldo Galtieri?.
El 17 de setiembre de 1977 se consum? la haza?a m?s grande de este siglo del ej?rcito nacional. Rosario fue testigo. Las fuerzas conjuntas lograron la captura de tres enemigos de la patria occidental y cristiana, Emilio Etelvino Vega, de 33 a?os, ciego, Mar?a Esther Ravalo, de 23 a?os, ciega, Iv?n Alejandro Vega de 3 a?os, y el perro lazarillo del matrimonio.
Una vez capturados, intervendr?a un famoso cuadro de la gendarmer?a argentina, el comandante Agust?n Feced, hombre probado en mil batallas con su picana el?ctrica. Su fama atraves? todas las latitudes y alguna vez alguna alma piadosa, inspirada en los principios cristianos de monse?or Bolatti, pondr? en su tumba como homenaje a quine tanto hizo para que se impusiera en el pa?s el plan econ?mico de Mart?nez de Hoz, una picana de oro.
A este Feced, el bravo gendarme, se le murieron los dos ciegos en la tortura, un episodio bastante com?n en la vida de este servidor de la Patria. Pero sus sacrificios no fueron en vano, porque vendr?a el resarcimiento por tantos servicios prestados a la bandera nacional, el derecho a la pertenencia de los ciegos y de su hijito. Todo se llevaron en camiones del ej?rcito. Todo, hasta los enchufes. Hasta el triciclo del peque?o Iv?n.
En cualquier pa?s civilizado, eso es llamado por su nombre, saqueo, rapacidad, latrocinio, pillaje, depredaci?n, atraco, expoliaci?n. En el pa?s argentino de los tiempos de Videla eso era la normalidad. Tan normal que hoy ocupan altos cargos pol?ticos hombres acusados de revendedores como el Chiche Ar?oz, por ejemplo, o qu? decir del ministro Camill?n, funcionario del s?rdido Viola, a quien no pudo escap?rsele el mito de sus fuerzas armadas, siendo ?l, como es calificado, el hombre m?s informado de la pol?tica argentina.
Pero todav?a no hemos terminado con esta historia de vileza y de infamia. Recurrimos a la iron?a y la causticidad para no claudicar de pura indignaci?n ante tanta ruindad. Vendr?a, para el hartazgo, la ocupaci?n de la casa de los ciegos por Gendarmer?a Nacional, hasta hace muy poco. Fue la burla m?xima contra nuestras instituciones, contra nuestra democracia.
Todos esos gendarmes que entraron en esta casa y sab?an su origen, han quedado machados de por vida en el pecado original de la inmoralidad y la corrupci?n. Hasta trajeron a sus familias aqu?, si, hasta sus mujeres y sus ni?os a divertirse.
?Hay a acaso un ejemplo igual en la historia del mundo?.
Ni Ner?n ni Caracada, ni en el atroz fundamentalismo de la Inquisici?n, porque aqu? se junta la crueldad con la concuci?n, la sevicia con la avidez. Todos ellos, desde Videla hasta el ?ltimo suboficial represor deber?n soportar por siempre la mirada de nuestros ciegos, nuestros queridos Emilio y Mar?a Esther.
Recuerdo bien ese mediod?a caluroso en mi ciudad natal, Santa Fe, cuando me vinieron a ver nuestras queridas Madres de Plaza de Mayo. Entre ellas estaba la abuela, la Negrita, con mucha timidez pidi? hablar conmigo y me fue dando uno a uno los detalles de la tragedia. Indignaci?n, impotencia y profundo dolor me fueron invadiendo. Pens? en ese momento en los pol?ticos que hab?an votado obediencia debida y punto final, pens? en Alfons?n y todos sus ministros y partidarios, pens? en el indultador Menem y todos sus ministros y partidarios. Me sent? sucio en una sociedad sucia. Ego?sta, que no merec?a tener ni?os ni p?jaros ni cielos azules.
Fue as? que escrib? mi denuncia que titul? "La Mirada de los Ciegos". Sali? en contratapa de P?gina/12, el 5 de diciembre de 1992. De inmediato tom? en sus manos la denuncia Rosario/12 y su periodista Carlos del Frade fue destapando toda la suciedad visitando a gendarmes y militares que solo eran capaces de responder con el consabido no se, no me consta o rem?tase a los superiores. Respuestas cobardes, inmorales que reducen a la insignificancia a sus autores.
El tema fue extendi?ndose, dif?cil de parar. Fue Ricardo Molinas el primero en poner la cara y lo siguieron los concejales rosarinos Luis Cuello y Silvia Fern?ndez Le?n. Mientras las bancadas radicales y justicialistas se callaban la boca. El senador nacional Losada, del radicalismo, hizo viajar a la abuela Ravelo desde Santa Fe. Fui a acompa?arla con las Madres de Plaza de Mayo y nuestros abogados, pero el senador no apareci?. Nos atendi? un amanuense que pon?a cara de sorprendido frente a todo lo que dec?amos. Recibimos la respuesta habitual de "el senador se va a ocupar" y por siguiente se borr? por el tiempo de los tiempos.
Despu?s fue aquel gran encuentro frente a la casa robada del 25 de marzo de 1993. Nosotros viajamos con las Madres y all? estaban los organismos de derechos humanos de Rosario, el inquebrantable del Frade, amigos, vecinos, periodistas. Nunca olvidar? el discurso de Hebe y la cobard?a de los gendarmes, de los cuales no se asom? ninguno.
Mi imagen no es injusta ni se inspira en la ?tica del serm?n de la monta?a: se escondieron como las ratas. En el frente de esta casa qued?n inscripta la indignaci?n de la juventud. Y despu?s prosigui? la labora ininterrumpida de nuestros abogados, de los cuales voy a nombrar a esta hermosa persona que es Beto Olivares, de esos seres sabios, sacrificados y silenciosos. Para ellos toda mi admiraci?n y agradecimiento. Y mi recuerdo emocionado para todos aquellos abogados asesinados por sus principios ?ticos en la defensa de los derechos humanos.
A ra?z de eso publiqu? una segunda contratapa que titul? "Nuestra casa de Ana Frank", donde predec?a que esta casa se convertir?a en los tiempos maduros de la decencia en lugar de visita de ni?os, adolescentes y j?venes de nuestras escuelas, colegios y universidades, para revivir con unci?n el destino de Emilio y Mar?a Esther y aquel peque?o Iv?n, hoy ya hombre, testimonio vivo de la memoria, el amor y la constante acusaci?n contra los asesinos de uniformes y sus secuaces civiles. En aquella nota elabor? el deseo de que esta casa fuera el monumento constante que recuerde a los miles de j?venes v?ctimas de la impiedad, tal cual lo es en Amsterdam la casa de la ni?a que significa permanente vida ante el crimen y la discriminaci?n, Ana Frank, la expresi?n de la inocencia y la alegr?a de vivir.
Para mi, hoy es como entrar en el para?so.
No deseo otro para?so que este.
Que el de la verdad, el de la justicia, el de la eterna lucha por los valores ?ticos.
Esta casa es un templo, mucho m?s que las iglesias que fueron manchadas con sangre al darle el sacramento a los asesinos.
Un templo de la dignidad.
Gracias Emilio Etelvino Vega. Gracias Mar?a Esther.
Gracias a ustedes".


 

Publicado el: 26/12/2004

Por Carlos del Frade.
Categor?as:
Derechos Humanos / Noticia

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