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30 a?os despu
Mas all? del feriado

Treinta a?os despu?s del comienzo de la dictadura m?s sangrienta soportada por el pueblo argentino, es necesario precisar que la masacre y el consiguiente saqueo empez? mucho antes...

Treinta a?os despu?s del comienzo de la dictadura m?s sangrienta soportada por el pueblo argentino, es necesario precisar que la masacre y el consiguiente saqueo empez? mucho antes. Mientras se repiten actos culturales y musicales, se instala un curioso feriado que desobligar? a los chicos de las escuelas -el principal lugar desde el cual hay que trabajar la memoria, la verdad y la justicia que tanto se proclaman-; ex funcionarios menemistas de los indultos y radicales del punto final y la obediencia debida se rasgan las vestiduras y coinciden en el repudio que no hab?an hecho hasta principios del tercer milenio; y los mismos empresarios que invirtieron para derramar la sangre joven y trabajadora a fin de concentrar riquezas en pocas manos contin?an transitando con impune y alarmante facilidad despachos oficiales de todos los estados y siguen siendo los pr?ceres de los grandes medios de comunicaci?n que les entreg? el genocida Roberto Viola; mientras todo eso ocurre, hay silencios c?mplices sobre los hechos anteriores al 24 de marzo de 1976, ni tampoco se habla en torno a la transici?n de 1983 y los padecimientos actuales como consecuencia de aquella matriz de sangre y dinero, de matar para robar. Lo que sigue es el ep?logo del ?ltimo libro de investigaci?n del autor de estas l?neas ?El litoral, 30 a?os despu?s. Sangre, dinero y dignidad?. Sus conclusiones, aqu? resumidas, hablan de esos agujeros negros que siguen construy?ndose a partir de este desmesurado proceso de memoria selectiva, aquella que evoca, emociona y homenajea, pero que no acusa ni se?ala continuidades.

Un por qu?

?Manuales de contrainsurgencia?, fue lo que present? Nicolaides para defender sus cr?menes de lesa humanidad.
All? est? una de las claves para pensar estos treinta a?os que separan el presente del golpe militar del 24 de marzo de 1976.
El sistema econ?mico analiz? que en el Litoral argentino se estaba preparando una insurgencia, una revoluci?n y orden? su liquidaci?n.
El ?proceso de reorganizaci?n nacional? fue, en realidad, un proceso contrarrevolucionario para reordenar la naci?n a favor de unos pocos.
Un orden que naturaliza las diferencias sociales y que necesita de todos los mecanismos posibles para que las mayor?as se eduquen en torno a la perpetuidad del mismo orden.
El terrorismo de estado fue matar para robar.
Sangre y dinero.
Obediencia debida desde adentro de las grandes f?bricas y propiedades para domesticar a las nuevas generaciones de trabajadores.
Por eso la mayor?a de los desaparecidos fueron j?venes y trabajadores.
La matanza tuvo un por qu?: el pensamiento y el sentimiento colectivo.
Eso que se fue construyendo a partir de los a?os sesenta y que cobr? entidad en miles de argentinos una d?cada despu?s.
Dejar de lado lo individual, despojarse de lo propio y desterrar la idea de la naturalizaci?n de las cosas y los hechos.
Sentir rebeld?a, indignaci?n y vivir la existencia en relaci?n a los otros.
Todos o ninguno, fue una consigna cotidiana.
Semejante situaci?n era intolerable en las haciendas, en las f?bricas, en las escuelas, en las facultades, en la iglesia, en las distintas instituciones.
Hab?a que volver al orden de las minor?as.
Y la matanza tuvo beneficiarios: el poder econ?mico, la dirigencia pol?tica que desde los a?os sesenta intentaba negociar y no transformar, los gremialistas preocupados solamente por mantener las obras sociales, la iglesia que santifica las riquezas y los funcionarios engendrados por la mafia resultante de la masacre.
En las cartas pastorales de Devoto se puede encontrar la secuencia del saqueo: despertar de la conciencia pol?tica y social del campesinado a trav?s de las ligas agrarias, amenazas y persecuci?n, robo de tierras y ?xodo de las familias rurales.
No fue una batalla militar, fue una org?a de sangre y perversi?n que cubri? el robo perpetrado contra el pueblo del litoral.
Porque al configurarse el proceso como un proceso contrarrevolucionario era necesario naturalizar la concentraci?n de riquezas y que los s?bditos encontraran f?rmulas ilegales para acrecentar el poder de los pocos y, de esa manera, medrar desde el nivel de socios menores de los se?ores de guante blanco.
En las f?bricas ya no hubo m?s activismo gremial diferente al impuesto por las burocracias. Las conquistas laborales quedaron como hechos melanc?licos de otros tiempos.
Pero esta contrarrevoluci?n no comenz? el 24 de marzo de 1976, sino mucho antes.
All? est? Nicolaides presentando los ?Manuales de contrainsurgencia? basados en ense?anzas francesas de principios de los a?os sesenta.
O las declaraciones del ex comandante de Gendarmer?a, Agust?n Feced, se?alando que trabajaba desde la ?poca vieja en contra de las estructuras del ERP y Montoneros.
Y que lo sigui? haciendo durante la ef?mera democracia entre 1973 y 1976.
Por eso el libro descubre que los aparatos represivos fueron implement?ndose desde los a?os sesenta y que ning?n gobierno provincial hizo algo para denunciarlos y desmantelarlos.
En forma paralela, la designaci?n de jueces y su labor durante los a?os de la dictadura, muestran que favorecieron a los intereses de los patrones de los t?teres macabros que terminaron siendo los integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad.
La clase pol?tica emergente del a?o 1983 ser?a aquella que se enfrent? al deseo de cambio profundo en la regi?n y en el pa?s.
La misma que tuvo contacto con militares, integrantes de la Triple A y con el poder econ?mico que desterr? la idea de una mejor distribuci?n de la riqueza.
Mataron para robar. Acindar pag? secuestros y torturas, despu?s pidi? cr?ditos externos que nunca cancel?, el estado socializ? aquella deuda en 1982 y luego despidi? por miles en los a?os noventa.

Demostraciones

En estas p?ginas surgieron testimonios que demuestran algunas cosas:
1. El pasado sigue abierto y descubri?ndose en el presente.
2. Pesadillas impuestas por impunidad y sue?os colectivos inconclusos.
3. En Formosa empez? a discutirse una masacre del a?o 1947.
4. En la misma provincia hay rehenes pol?ticos en las elecciones como a finales del siglo diecinueve.
5. All? se demostr? el robo de tierras a partir de la dictadura a favor de los grandes propietarios y sus socios menores.
6. En Misiones acaban de pedir la detenci?n de un ex gobernador y un ex ministro durante los tiempos del terrorismo de estado. ?Por qu? no pasa algo similar en las otras provincias?.
7. All? en Misiones la desaparici?n de un cient?fico est? ?ntimamente vinculada a los intereses de las grandes explotaciones celul?sicas.
8. En Corrientes, las homil?as de monse?or Devoto dan testimonio del grado de organizaci?n que alcanzaron las Ligas Agrarias, la molestia que generaban, la persecuci?n que sufrieron a partir del golpe, el posterior saqueo de sus tierras, el consiguiente empobrecimiento del campesinado y la migraci?n a otras provincias del pa?s.
9. Empresas tabacaleras y yerbateras fueron sostenedores y beneficiarias del terrorismo de estado y lo continuaron siendo en democracia.
10. La Sociedad Rural correntina, en pleno a?o 2005, pidi? por la libertad de un genocida que fuera presidente de la entidad.
11. En el Chaco, la masacre de Margarita Bel?n es una s?ntesis de la ferocidad del terrorismo de estado, pero tambi?n muestra la existencia de pactos de sangre y silencio que trasciende a las fuerzas armadas y de seguridad.
12. En esta provincia se reciclaron militares y polic?as durante la democracia.
13. Las inundaciones que castigan peri?dicamente a la poblaci?n chaque?a son obra y gracia de la corrupci?n y negociados realizados durante el terrorismo de estado.
14. En Chaco, Corrientes y Santa Fe se demostr? c?mo se vaciaron los bancos provinciales a favor de los empresarios que aplaudieron la org?a de sangre.
15. En Entre R?os surgieron empresarios como Alfredo Yabr?n y se reciclaron polic?as, militares y contratistas de la dictadura en democracia.
16. Lo mismo se verific? en Santa Fe.
17. En esta provincia, el segundo estado argentino, la dirigencia pol?tica que se hizo cargo de la apertura democr?tica fue la misma que se hab?a desarrollado en forma paralela a los aparatos represivos, la Triple A, las fuerzas armadas y de seguridad y tuvo contactos con la c?pula eclesi?stica. Esto no quiere decir que se trat? de una dirigencia c?mplice porque eso es a todas luces injusto. Pero si es cierto que el grueso de esa dirigencia pol?tica, gremial, empresarial y social -al igual que vastos sectores de la poblaci?n en general- acompa?aron la dictadura hasta finales de 1978 y luego comenzaron a distanciarse.
Alfons?n denunci? el 25 de abril de 1983: ?Lo que a mi me ha llegado son acuerdos que se producir?an entre el general Nicolaides, Su?rez Mason y el general Trimarco con algunos hombres del sindicalismo? y a?adi? que ?es la misma estirpe burocr?tica que hoy fabrica la trampa de la que conspir? para el derrocamiento del gobierno constitucional en 1966 y el posterior ensayo corporativo; es la misma estirpe que se mezcl? con el terrorismo de las Tres A cuando se pretend?a controlar con el miedo a las bases sindicales?.
Aquella postura de Alfons?n fue confirmada a lo largo de la presente investigaci?n, pero las complicidades no est?n solamente en sectores gremiales ni peronistas, sino en casi todo el arco pol?tico que va desde el PDP, MID, PSP, UCR hasta el PC, seg?n lo demuestra de manera brillante la soci?loga Mar?a de los Angeles Yanuzzi en su libro ?Pol?tica y dictadura?.
Pero lo nuevo que suman estas p?ginas es que ese tipo de acuerdos, de negociaciones, ven?an estableci?ndose de mucho antes del golpe de estado de 1976.
18. Esa misma dirigencia que atraves? los ?ltimos cuarenta a?os en buenas relaciones con militares, grandes empresarios y c?pulas eclesi?sticas, parieron una justicia af?n a esos intereses.
19. La represi?n se fue preparando desde finales de los a?os cincuenta y se profundiz? a partir  de los a?os setenta.
20. La fr?gil democracia de 1973-1975 no pudo ni quiso desmantelar los aparatos represivos que se fueron gestando. Esto aparece en los testimonios recogidos en cada una de las seis provincias del Litoral.
21. Las organizaciones armadas cometieron grandes errores pol?ticos. En estas p?ginas se resalta el intento de copamiento del batall?n de Formosa, el pase a la clandestinidad de Montoneros, la escasa democracia interna y la excesiva militarizaci?n que subordin? la pol?tica.
22. Sin embargo, los militantes revolucionarios de los a?os setenta ten?an un caudal de dignidad, compromiso y amor, raramente observable en otras etapas hist?ricas.
23. As? como se desmantel? el aparato productivo, los convenios colectivos de trabajo, tambi?n comenz? a destruirse la educaci?n como un factor de identidad y desarrollo nacional. No solamente por el traspaso de las escuelas primarias a las provincias, el descenso de las inversiones en ciencia y tecnolog?a, sino tambi?n por el desprecio a la cultura propia. De 8 mil palabras que usaban los argentinos en 1975, se pas? a ochocientas en 2004. Un feroz saqueo que dej? sin palabras a varias generaciones. Sin palabras, las convirti? en adictos. Adictos a cualquier cosa menos a la pasi?n por el otro, eso que solamente da la militancia pol?tica, gremial y social. Aquello que fue condenado y satanizado hace treinta a?os.
24. Roberto Eduardo Viola, Leopoldo Fortunato Galtieri, Ram?n Genaro D?az Bessone, Cristino Nicolaides, Mart?n Balza, Ricardo Brinzoni, son nombres de militares que llegaron a ocupar altos cargos a nivel nacional en las ?ltimas d?cadas. A todos ellos los une el mismo origen de su poder: haber estado en las entra?as del Segundo Cuerpo de Ej?rcito, con jurisdicci?n sobre las provincias de Formosa, Misiones, Chaco, Corrientes, Entre R?os y Santa Fe.
25. Jos? Alfredo Mart?nez de Hoz, Alcides L?pez Aufranc, Angel Malvicino, Navajas Artaza, Alfredo Yabr?n, son los exponentes de un poder empresarial que modific? la estructura productiva de la regi?n y el pa?s a partir del genocidio.
26. El silencio que gener? la iglesia sobre la pastoral de Carlos Ponce de Le?n y en menor medida sobre Vicente Zazpe y Alberto Devoto, contrasta con los ejemplos de militancia y humanidad que multiplicaron durante los a?os setenta. Ese cristianismo que enraizaba en las masas no es funcional a los que santifican la crucifixi?n cotidiana de las mayor?as o que, por lo menos, naturalizan la exclusi?n.
27. Mientras que en Formosa se descubre un archivo del terror en donde la Polic?a Federal resulta la fuerza de seguridad con mayor cantidad de datos, en la provincia de Santa Fe no hay un solo miembro de ella que est? imputado por su participaci?n en el esquema represivo.
28. Es evidente que no se quiere investigar y discutir en profundidad qu? fue la Triple A. No solamente a nivel regional, sino tambi?n a nivel nacional. Su origen relacionado con la Federal en connivencia con algunos sectores sindicales est? entramado con intereses del presente. Hay sectores dirigenciales que acompa?aron el desarrollo del aparato represivo y que hoy denuncian los cr?menes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura pero no quieren hacer menci?n a lo que sucedi? antes. Nadie habla de la ?poca vieja, como dir?a Feced, el ex jefe de la polic?a rosarina.
29. Todav?a no hay una lista definitiva de desaparecidos en ninguna de las seis provincias del Litoral, como tampoco existe un relevamiento exacto de ni?os nacidos en cautiverio o dados en adopci?n en aquellos a?os.
30. Este libro apenas intenta generar un espacio de discusi?n p?blica, m?s all? de la suerte que corran las causas presentadas en la justicia ordinaria, sobre qui?nes se beneficiaron con la masacre y por qu? ocurri?.

A seguir andando, nom?s

Por eso, el Litoral, treinta a?os despu?s, puede sintetizarse en sangre, dinero y dignidad.
La rebeld?a que se hace memoria y presente, b?squeda de felicidad para los que son m?s en las antiguas posesiones de los guaran?es que buscaban la tierra sin mal.
En los puentes existenciales aparece la obstinaci?n de aquellos que siguen peleando en pos de una salida colectiva, con justicia y futuro para todos.
A treinta a?os del golpe, en cada una de las seis provincias que componen el litoral argentino, sigue latiendo el sue?o colectivo inconcluso de un pa?s libre, en donde los pibes puedan ser felices.
Maravillosa gambeta a los proveedores del odio.
No pudieron ni la muerte ni el poder.
Una vez m?s, treinta a?os despu?s, el amor les gan? la pulseada y va por m?s.




 

 

Publicado el: 18/03/2006

Por Carlos del Frade.
Categor?as:
Derechos Humanos / Noticia

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