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Informe: Salud Mental y Derechos Humanos
Silencio hospital

Los hospitales psiqui?tricos en Argentina, y en nuestra provincia son desde sus comienzos, instituciones regidas bajo l?gicas manicomiales, m?s all? del avance que significa contar con una Ley de Salud Mental en Santa Fe. En los ?manicomios?, las personas ? en su gran mayor?a pobres y cada vez m?s j?venes- son confinadas al encierro, al silencio y hasta al olvido. Medicalizaci?n, ausencia de garant?as judiciales, sujetos objetivados y abandono estatal, son algunos de los temas invisibilizados por el poder judicial, el poder pol?tico, el saber m?dico, los medios de comunicaci?n y gran parte de nuestra sociedad. ?La palabra de una persona loca no es tenida en cuenta, porque siempre es la voz de un loco? afirma, en una fuerte reflexi?n cr?tica, la Dra. Anal?a Auc?a, quien, entrevistada por enREDando, aporta una profunda mirada hist?rica, social y pol?tica sobre la realidad psiqui?trica en nuestro pa?s.

Entre el a?o 2004 y 2007 el Centro de Estudios Sociales y Legales (CELS) document? una profunda investigaci?n sobre la violaci?n de los derechos humanos de las personas en los asilos psiqui?tricos de Argentina. ?Vidas arrasadas? es el nombre del informe que documenta, por ese entonces, los derechos vulnerados de aproximadamente 25.000 personas internadas en los llamados ?manicomios?, seg?n define a estas instituciones el C?digo Penal Argentino. ?M?s de un 80% de esas personas son encerradas durante m?s de un 1 a?o y la mayor?a, lo son de por vida?, explicita el CELS. Adem?s, se detallan pr?cticas de violencia f?sica y psicof?sicas y condiciones infrahumanas en las que se encuentran las personas institucionalizadas en los hospitales psiqui?tricos, reflejadas, por ejemplo, en: falta agua en los ba?os, muertes de pacientes no investigadas, celdas de aislamiento, falta de luz y ventilaci?n, entre otras carencias vitales para una vida digna.

Si bien el CELS relev? algunas experiencias aisladas de estrategias innovadoras en la atenci?n de la salud mental, focalizadas en provincias como R?o Negro o San Luis, estas son apenas excepciones que no alcanzan a superar una l?gica institucionalizada que opera como pol?tica de Estado en Argentina: la inversi?n econ?mica en instituciones destinadas a la segregaci?n de las personas, quienes, ?al ser separadas de la sociedad, pierden los lazos que las unen a su familia, amigos y comunidades de referencia. Las personas quedan sometidas al r?gimen custodial de las instituciones psiqui?tricas, y pierden las habilidades de vida esenciales que necesitan para sobrevivir en la comunidad, lo que impide su rehabilitaci?n?.

Al mismo tiempo, se observ? que la totalidad de los pacientes internados en instituciones psiqui?tricas dependientes del Estado, provienen de situaciones de pobreza y extrema marginalidad. Es que ?muchas de las personas con discapacidades mentales que carecen de recursos personales o de una familia que pueda financiar una atenci?n privada, no tienen otra opci?n que las instituciones asilares?, puntualiza dicho informe.

Esto se vincula con otro aspecto sumamente preocupante que aborda la investigaci?n: la ?institucionalizaci?n inapropiada? de personas, las cuales, muchas de ellas, no reciben ?ni medicamentos ni ning?n otro tipo de tratamiento, pero que permanecen institucionalizados por decenas de a?os. Por ello este informe concluye que el sistema de salud mental en Argentina se ha vuelto un ?dep?sito de personas? que carecen de los medios para mantenerse a s? mismas o de familiares que est?n en condiciones de actuar como red de sost?n, o que est?n dispuestos a hacerse cargo de ello.?

La crudeza del informe tambi?n denuncia la falta de garant?as jur?dicas y la violaci?n de normativas internacionales, vulnerando sistem?ticamente los derechos humanos de las personas que requieren de una atenci?n en salud mental. Transcribimos la cita del informe: ?En Argentina, las personas pueden ser encerradas de por vida sin recibir nunca una audiencia judicial. Las leyes nacionales no regulan el derecho a una revisi?n independiente o imparcial de la internaci?n psiqui?trica. El C?digo Civil argentino est? escrito en t?rminos tan generales que permite la detenci?n de cualquier persona que pueda llegar a ?afectar la tranquilidad p?blica?. A los individuos internados en las instituciones psiqui?tricas no se les garantiza el derecho de recibir asistencia jur?dica o de presentar pruebas en su favor. Dada la ausencia de estas salvaguardas legales b?sicas, casi todas las personas que se encuentran en los asilos psiqui?tricos argentinos est?n detenidas arbitrariamente.? (Ver nota "Sin garant?as ni juicio previo").

Una mirada social sobre los psiqui?tricos

Para profundizar en las l?gicas manicomiales actuales, las pol?ticas p?blicas y los imaginarios sociales que pesan sobre la locura y los manicomios, enREDando consult? a la Dra. Anal?a Auc?a, una activa militante de derechos humanos e investigadora, quien trabaj? durante mucho tiempo en la Colonia Psiqui?trica de Oliveros de la provincia de Santa Fe. ?Mi trabajo durante muchos a?os en la Colonia Psiqui?trica de Oliveros me ha permitido experimentar lo ya ha afirmado por fil?sofos y soci?logos como Michel Foucault, Robert Castell o Erving Goffman, que la sociedad moderna funciona con una idea o concepto de sujeto que es el sujeto de la raz?n, un sujeto racional que tiene como contraposici?n un sujeto patol?gico, un sujeto enfermo. Entonces, desde la modernidad, la sociedad ha construido diversas instituciones que se van transformando con el tiempo pero que, pese a esos cambios, se mantienen como dispositivos para alojar a aquellas personas que no se adecuan a este modelo que es el sujeto de la raz?n. Aqu? aparece el manicomio como una de esas instituciones, que aloja a esas personas de las cuales el derecho no puede darle un lugar de un sujeto pleno de derechos, que pueda introducirse en las relaciones sociales y econ?micas propias del capitalismo: los locos, las locas, no pueden contratar, no pueden comprar ni vender, no pueden votar, elegir y ni ser elegidos en t?rminos de derechos pol?ticos. De este sujeto, fundamentalmente, se ha apropiado el saber m?dico. La medicina, en particular la psiquiatr?a, es el gran discurso de la modernidad de Occidente que ha tomado a su cargo el control de los sujetos que se desv?an de ese modelo de sujeto saludable, normal que tiene define a partir de la categor?a de la raz?n?, introduce Anal?a Auc?a en su an?lisis.

El abordaje y la complejidad de la realidad psiqui?trica interpelan a los diferentes discursos del saber que objetivan al sujeto humano, como lo es la psiquiatr?a, y las pr?cticas y el discurso jur?dico. Al mismo tiempo, Anal?a Auc?a afirma que ?los manicomios tambi?n est?n atravesados por una pol?tica sesgadas por las clases sociales. Es un espacio que aloja a las personas que tienen padecimientos ps?quicos y que pertenecen a sectores marginales, excluidos o empobrecidos; la mayor parte de la poblaci?n de los hospitales psiqui?tricos no tiene recursos econ?micos para internarse en una cl?nica privada, incluso, la familia resulta ser un espacio expulsivo y no cuentan con otros recursos afectivos o familiares que puedan acompa?ar su cuidado y alojamiento por fuera del hospital. Entonces el manicomio es un espacio que aloja a ciertas personas que, desde los discursos sociales y cient?ficos dominantes, se apartan de ese modelo de sujeto ideal que puede controlar sus actos, manejar su conducta, tomar decisiones ?y que, cabe recordar, no existe realmente sino como mera formulaci?n te?rica. Ese sujeto, adem?s, es pobre o no tiene un c?rculo afectivo que pueda acompa?arlo, sostenerlo y darle contenci?n. Hay que desmitificar la creencia social que el manicomio es una instituci?n donde est?n internadas todas las personas que padecen sufrimiento ps?quico. Como instituci?n emergente del sistema capitalista y perteneciente a la esfera de lo estatal, trabajo con la pobreza, con la marginalidad y la exclusi?n?.

Por otro lado, Anal?a marca la diferencia entre las instituciones p?blicas y privadas. En ?stas, opera una l?gica de mercado y la salud y el tratamiento del sujeto constituyen una prestaci?n en el marco de un negocio. ?Es un negocio tener una cl?nica de tratamiento en salud mental. Para que ese negocio contin?e, como cualquier otro, necesita de gente que consuma esos servicios?. En los hospitales p?blicos ?no es necesariamente un negocio que las personas est?n internadas y se prolongue su internaci?n. Hemos podido cotejar cuando recib?amos a pacientes que ven?an de cl?nicas privadas, pr?cticas que no responden a los criterios m?nimos de Derechos Humanos que establecen los organismos internacionales. Es decir, las cl?nicas privadas operan de determinadas formas con respecto a la medicaci?n y el tratamiento, con criterios que nosotros, quienes trabaj?bamos en la Colonia, no compart?amos?, detalla Auc?a.

Sin embargo, en las instituciones p?blicas las realidades son muy dif?ciles. Transformarlas desde adentro es la lucha que cotidianamente se proponen muchos trabajadores de la salud mental.

Realidades detr?s de las paredes

En el informe antes mencionado se denuncian diferentes pr?cticas abusivas que reflejan una violaci?n de los derechos humanos al interior de algunas instituciones psiqui?tricas y muertes de pacientes que no fueron investigadas. Citamos: ?En el Hospital Diego Alcorta, un hospital psiqui?trico ubicado en la provincia de Santiago del Estero, entre el 2000 y 2003, tres personas encerradas en celdas de aislamiento murieron incendiadas en diferentes circunstancias, y una cuarta muri? por causas desconocidas tambi?n mientras permanec?a en una celda de aislamiento. En el Hospital Interzonal Psiqui?trico Colonia Dr. Domingo Cabred (Hospital Cabred), en la provincia de Buenos Aires, tres personas fueron halladas muertas dentro y en los alrededores del nosocomio durante los primeros seis meses de 2005.?

Seg?n fuentes period?sticas, en octubre del a?o pasado, diputados del Partido Justicialista solicitaron al Ministerio de Salud del gobierno de Santa Fe, un pedido de informes sobre el presunto suicidio de un paciente alojado, por orden del Juzgado de Ejecuci?n Penal de Rosario, en el nuevo pabell?n de m?xima seguridad de la Colonia de Oliveros. Este dispositivo fue abierto en reemplazo al necesario cierre del ?corralito?, el inhumano pabell?n psiqui?trico que funcionaba en la c?rcel de Coronda. Sin embargo, son muchas las voces de ex trabajadores y profesionales que no est?n de acuerdo en las formas en las que se dio la apertura de este nuevo espacio, donde ya se produjo el suicidio de dos pacientes de la Colonia.

Al respecto, el Equipo de Ciudad Interna ? un grupo de detenidos de la Unidad Modelo de Coronda ? afirmaba en un comunicado, tiempo atr?s: ?Nosotros nos preguntamos porque no se habla de lo que est? sucediendo en la Colonia Psiqui?trica de Oliveros con ese cierre. Y volvemos a repetir, hace a?os que venimos denunciando las violaciones a los derechos m?s elementales de las personas que all? estaban alojadas, siempre denunciamos y exigimos el cierre de ese lugar. Pero, hoy ?eso? se cierra, y abundantes recursos econ?micos destinados para ello no respetan ni en lo m?s m?nimo los lineamientos de la Ley de Salud Mental y su respectiva reglamentaci?n?. (Ver nota en www.enredando.org.ar )

Renzo, un trabajador de la Colonia consultado por enREDando, sostiene que la complejidad de la realidad actual de los psiqui?tricos requiere de mayores recursos y formaci?n. ?Hoy todo esto recae en el cuerpo de los trabajadores y en su buena voluntad. Nosotros celebramos el cierre del corralito porque era algo ilegal, pero se hizo sin pensar demasiado c?mo atender a esos pacientes. Esto gener? crisis de incertidumbre entre los compa?eros. No hay pol?ticas para esto, se cerr? un lugar y no se pens? qu? hacer. De alguna manera es seguir atendiendo el encierro, el hospital psiqui?trico tambi?n es un encierro, diferente a la c?rcel, pero encierro al fin?.

Por otra parte, Anal?a Auc?a remarca algunas situaciones cr?ticas de los psiqui?tricos que, en general, aparecen como marcas que caracterizan a instituciones, en su mayor?a, de arquitecturas antiguas y visiblemente deterioradas. Poca cantidad de profesionales para la cantidad de personas internadas, falta de recursos materiales para que las personas internadas tengan un alojamiento digno, pabellones donde no hay privacidad, muchas falencias edilicias adem?s de dificultades para sostener algunos tratamientos.

Legislaci?n y pol?ticas de asilo

La Ley de Salud Mental 10.772, sancionada en 1991, con la que cuenta la provincia de Santa Fe tiene un esp?ritu interesante, progresista y reconocido por todos los profesionales como un avance importante en legislaci?n actual. ?Santa Fe ha sido una de las primeras provincias en tener una ley de salud mental?, explica Anal?a. ?Como todas las leyes, son herramientas que marcan el rumbo en general del dise?o global de una pol?tica p?blica. Pero despu?s esta ley se tiene que llenar de una pol?tica concreta para que esa ley tenga un sentido, para que los derechos realmente sean garantizados. Con la ley sola no basta?. Este es, actualmente, el mayor reclamo que realizan quienes trabajan en el ?rea de salud mental: la aplicaci?n del texto de la ley. Pero ?qu? dice la ley?

Anal?a explica: ?La ley establece eliminar lo que se conoce como hospitalocentrismo. Descentralizar la asistencia en salud mental, eliminando estos grandes dispositivos de encierro. Esta ley establece dispositivos intermedios, tratando de lograr que la persona se aleje lo menos posible de su comunidad, de su grupo social?. La Colonia de Oliveros aun conserva esa impronta asilar con la cual fue creada en la d?cada del 40. ?En la primeras d?cadas hasta el director viv?a en la Colonia. Las personas se internaban para siempre y ah? se mor?an. De hecho, hay personas que est?n desde hace 40 a?os. Es el lugar que los identifica. La ley tiende a revertir esta situaci?n, pero no hay pol?ticas p?blicas que la hayan acompa?ado. No ha habido, en este momento desconozco si se est?n dise?ando, pero hasta hoy no han sido implementadas pol?ticas que tiendan a cumplir esta idea de que las personas deban ser asistidas en su comunidad y en espacios no asilares, incluso en hospitales generales?.

Derechos vulnerados y ?sujeto ?til?

En sinton?a con lo que denuncia el CELS, Anal?a tambi?n reconoce la vulnerabilidad de esta poblaci?n. ?Esto no se ha podido revertir. No creo que haya tampoco demasiado inter?s, porque estas personas no pueden ingresar en las relaciones de mercado, no es una poblaci?n econ?micamente activa, no pueden votar; en definitiva, no pueden ejercer ciertos derechos que al sistema le interesa. El sistema es altamente expulsivo y mucho m?s con las personas que no pueden ingresar en la l?gica actual del mercado?.

Las preguntas, los interrogantes, la necesidad de debatir y poner en cr?tica ciertas pr?cticas y discursos aparecen como necesarias lucecitas de esperanzas y formas de trabajo para quienes diariamente, ponen el cuerpo en la lucha antimanicomial en nuestro pa?s, para ?desnaturalizar la relaci?n de saber y poder que se construye entre una persona que est? sometida a encierro hospitalario sobre alguien que trabaja con ella?. Estos son los desaf?os: escuchar y respetar lo m?s posible las necesidades. ?Creo yo, por mi experiencia ? confiesa Anal?a - lo hacen m?s lo profesionales por un compromiso ?tico que por una pol?tica de Estado?. ?Una lo que hace es estar permanentemente cuestionando esa inercia de dejarse llevar por esa l?gica manicomial?.

El manicomio como dispositivo de control social


La sensaci?n real de que los psiqui?tricos funcionan como verdaderos ?dep?sitos de personas? se refuerza en las l?gicas con las que opera no solo el saber m?dico, sino adem?s, el poder judicial a trav?s de las internaciones desmedidas y las ?rdenes judiciales dictaminadas sin ning?n juicio previo. ?Es extremadamente f?cil en Rosario y me atrever?a decir en el pa?s, internar una persona en el manicomio y es extremadamente dif?cil revertir las ?rdenes de internaci?n. Hay que demostrar muchas cosas para afirmar que la persona ?se cur??. El dispositivo de encierro psiqui?trico tiene fuerzas contradictorias, en tanto se trata de una instituci?n del Estado. Hay profesionales que tienen compromiso y ?tica con su trabajo, pero todo el dispositivo, tanto en su modo de operar, como en su arquitectura, as? como el funcionamiento de la justicia en relaci?n con ?l, reproduce esa l?gica manicomial. El Estado tiene una gran deuda con respecto a c?mo asistir a las personas que tienen sufrimiento ps?quico?, apunta Anal?a.

Haciendo una analog?a con el sistema carcelario, si bien aparecen ciertos patrones comunes que rigen a las instituciones de encierro, la poblaci?n carcelaria ha generado movimientos en defensa de sus derechos y reclamos a?n mucho m?s visibles y escuchados, a diferencia de las personas institucionalizadas en los hospitales psiqui?tricos. Al respecto, Anal?a analiza: ?La palabra de una persona loca no es tenida en cuenta, porque siempre es la voz de un loco?. El loco no tiene voz porque es la voz de una persona insana, que no sabe lo que dice y lo que hace. Es una poblaci?n m?s vulnerable. No porque la prisi?n sea m?s liviana, sino porque los presos tienen m?s posibilidades de defenderse en cuanto a la palabra. La locura siempre est? en el plano de una mirada de rom?ntica o de terror. Est? el ?loco lindo? o la noci?n del ?loco peligroso?. Del peligro se ha apropiado tanto el saber psiqui?trico y la justicia, que han construido y reproducido la idea de la locura vinculada al peligro. La imagen rom?ntica puede estar m?s vinculada a otros discursos o ciertos imaginarios sociales.?

Lamentablemente, a la sociedad parece importarle muy poco lo que le depara ?al loco? la vida al interior de un psiqui?trico. ?Hay un abandono del Estado, de la familia, de la justicia?, expresa Auc?a. ?El Estado en este ?ltimo tiempo ha hecho algunas cosas para poder revertirlo, pero hasta ahora no hemos visto que haya una pol?tica p?blica que tienda revertir la idea del manicomio como un lugar de alojamiento, y no s?lo porque lo se?ala la ley sino porque lo se?alan todas las corrientes en salud que se apoyan en las nociones de derechos humanos?.

Despu?s del 2001: cada vez m?s j?venes

La d?cada post noventa y la recordada crisis social y econ?mica del 2001 incrementaron considerablemente el n?mero de personas que comenzaron a requerir atenci?n p?blica en salud mental. Y tambi?n, provocaron una mayor presi?n al interior de las instituciones psiqui?tricas, transformando la realidad y las caracter?sticas de la poblaci?n. ?Las autoridades admiten que entre el 60 y el 90 por ciento de las personas detenidas en las instituciones son pacientes sociales?, consta en el informe ?Vidas Arrasadas? del CELS.

Para Anal?a Auc?a, esta transformaci?n se hizo cada vez m?s visible en los ?ltimos a?os con el incremento de ingreso ?de personas fundamentalmente joven y varones, vinculados al consumo de estupefacientes, de las drogas m?s duras y con un grado de pobreza y exclusi?n muy importante; con escasos recursos simb?licos; personas que hab?an pertenecido a sectores de clase media, ahora, totalmente empobrecidas; se percib?a una marginalidad no necesariamente vinculada a la pobreza. Una marginalidad que excede los recursos econ?micos, marginalidad del acceso a la educaci?n, de la integraci?n en grupos o espacios afectivos, de amistad, a una participaci?n comunitaria en actividades sociales, recreativas?

En el cierre de la entrevista, los recuerdos se hacen evidentes en la imagen m?s dura de j?venes arrasados por la marginalidad, la exclusi?n social y el casi inevitable consumo de drogas. ?Yo integraba el Comit? de Admisi?n de la Colonia, recib?amos a las personas con su estado de crisis m?s crudo; todo ? el padecimiento, la marginalidad, la soledad- estaba all? atravesando su carne. Recuerdo muchas ocasiones en las que les pregunt?bamos qu? proyectos, que expectativas, qu? querian hacer de sus vidas y no hab?a respuesta alguna. No pod?an hablar sobre eso, como si no existiera, como si su vida se limitara a su aqu? y ahora, a lo b?sico, a sobrevivir, a consumir. Como si nunca hubieran podido pensar en eso. No pod?an hablar. Esto no lo hab?a visto en mis primeros a?os de trabajo en la Colonia; ocurri? de manera progresiva. En los ?ltimos a?os de mi trabajo en la Colonia, el cual concluy? a principios del a?o 2008, ve?amos un vaciamiento simb?lico del sujeto, carente de recursos intelectuales, y es eso lo que m?s angustiaba a quienes integr?bamos el Comit? de Admisi?n?, finaliza Auc?a.



Foto: http://agostoblanco.blogspot.com
 

Publicado el: 06/11/2009


Categor?as:
Derechos Humanos / Documento

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