Mientras me dirijo a hacer la nota, miro las nubes y dudo si el tiempo me permitir? encontrar en el predio de los horneros alguien a qui?n hacer la entrevista, en un d?a h?medo, lluvioso, fr?o y gris, que acobardar?a a cualquiera. Pero los ladrilleros no se acobardan. Los encuentro all?, haciendo su trabajo a la intemperie, metiendo las manos en el barro fr?o, respirando humedad, con sus rostros curtidos por el fr?o del invierno y el sol del verano, con sus manos agrietadas y resecas por el trabajo manual.
En el descampado donde producen estos 16 emprendimientos que comparten el mismo espacio de producci?n, se pueden divisar monta?as de ladrillos apilados, hornos listos para el fuego y muchas personas trabajando.
Apenas llegu? al lugar record? porqu? estaba all?: me hab?a resultado novedoso que estas personas se estaban formando en cooperativismo al rev?s de c?mo sucede normalmente. La mayor?a de las cooperativas se conforman de personas sueltas que deciden unirse con un objetivo en com?n. Estas personas comenzaron de una manera diversa. Primero se conocieron, cada uno en su propio emprendimiento, comparten el lugar de producci?n, que es un predio municipal, y colaboran de manera solidaria entre s? desde hace mucho tiempo. Es decir, que estaban de hecho realizando un trabajo cooperativo, casi sin saberlo.
A ra?z de la falta de obras de infraestructura en la zona y las caracter?sticas geogr?ficas del lugar, Nuevo Alberdi y Cristaler?a fueron los barrios m?s afectados por las lluvias y posteriores inundaciones de marzo de 2007, destrozando casas, negocios, talleres, escuelas, etc. En este entorno dif?cil, los vecinos iniciaron reclamos a las autoridades locales y provinciales para dar soluciones econ?micas inmediatas a la emergencia social. En la b?squeda de solucionar los problemas comunes a todos, se reafirmaron de manera espont?nea los lazos sociales entre los habitantes del barrio. Algunos ladrilleros, que ya compart?an el lugar de producci?n, aceptaron de manera solidaria la localizaci?n de otros emprendimientos, fortaleciendo as? las relaciones entre pares.
Como una manera de dar respuestas las demandas de los vecinos, la Municipalidad de Rosario instrument? subsidios con fondos girados por el gobierno provincial y los horneros pudieron reconstruir su ciclo de producci?n. Atendiendo adem?s a otras demandas que los vecinos hab?an planteado, en el Polideportivo de Barrio Cristaler?a, los d?as martes y jueves se desarrollan cursos de alfabetizaci?n y los viernes jornadas de cooperativismo. No obstante, estas ayudas no bastaron para paliar los graves problemas del sector y algunos vecinos contin?an hoy esperando que se tomen las medidas necesarias para poder vivir con mayor dignidad.
Daniel Sosa, uno de los ladrilleros que trabaja en el predio hace ya varios a?os dice : ?Tuvimos que juntarnos, hablar a la municipalidad para exponer nuestra situaci?n, nuestras necesidades y de esa manera, juntos, salimos adelante. El curso de cooperativismo nos sirve porque al estar unidos nos podemos defender m?s, podemos salir a pelear al mercado y defendernos mejor econ?micamente. Estamos hermanados en el trabajo. Porque estamos cerca, nos conocemos?
Juan Rotela, uno de los mas antiguos en el lugar, cuenta que su padre empez? como ladrillero para una empresa constructora que ten?a hornos en Ibarlucea. Recuerda que ?desde ese entonces nosotros cortamos ladrillos. Despu?s cada uno de nosotros empez? a producir por su cuenta. As? que nosotros no empezamos ahora, sino que hace m?s de treinta a?os. Hemos trabajado en otras cosas pero siempre, tanto yo como mis hermanos, hemos hecho este trabajo?.
Enrique Cabrera tiene una experiencia similar y relata: ?Nosotros hemos crecido de cabeza en el barro y nos criamos en los hornos. He cambiado de trabajo pero vuelvo siempre. Es algo que me gusta. En esto ando como un pescado en el agua. El ladrillo es una de las cosas que m?s necesita la gente, es un oficio?.
Seg?n dice Cabrera ?para ser ladrillero hay que saber hacer de todo. Para hacer ladrillos ten?s que ser un artista, ten?s que ser comerciante, vendedor, jinete, camionero, meteor?logo...?. Sosa explica que ?la producci?n de ladrillos lleva en s? el trabajo de muchas personas: proveedores de materiales, pisadores, cortadores, estibadores, y compradores. Son varios los entran en este juego?. Y agrega que aunque son 16 hornos que se dedican a realizar el mismo producto entre s? no se ven como competidores: ?No nos vemos como competencia, al contrario, tratamos de ayudarnos. Cada uno trabaja en lo suyo pero por ah? si le hace falta una mano o alguna herramienta a alguno, nos ayudamos entre nosotros?.
La mayor?a de ellos son emprendimientos familiares. Adem?s de los padres de familia, all? trabajan hermanos, hijos, sobrinos y aunque en el predio las mujeres no se ven, los hombres aseguran que est?n presentes cuando sumar manos es necesario y participan de los cursos de cooperativismo. ?Es un buen grupo humano, somos muy solidarios entre nosotros? expresa Juan Rotela.
Cabrera afirma que el trabajo de ladrillero es muy sacrificado por tener una elaboraci?n a la intemperie, ?te tiene que gustar para hacerlo. Depende del clima que te salga un buen ladrillo, que no te salga medio bayo, medio flojo, que sea lindo. Por ah? vos haces la hornalla para que te salga bien, pero si te sale medio flojo (por las condiciones de la humedad ambiente), lo ten?s que vender mas barato y ganar menos?.
C?mo se hacen los ladrillos
Cuando tenemos un ladrillo en nuestras manos, sucede como con cualquier otro tipo objeto: muy poco conocemos de su origen, de los materiales que lo conforman, pero sobre todo de las personas que est?n detr?s del producto. Dif?cilmente veamos sus caras, desconocemos su trabajo, sus dificultades, sus incomodidades, sus alegr?as, sus esperanzas, sus proyectos.
Detr?s de cada objeto artesanal hay manos, y en esas manos, seres humanos.
Las manos de los horneros comienzan a trabajar desde que comienza el ciclo de la producci?n de ladrillos. Pala en mano se hace un pozo en la tierra de 30 cent?metros de profundidad y unos 5 metros de di?metro. All? se depositan tierra, viruta, semillas de girasol u alg?n otro cereal, materia fecal de caballos para ligar y agua para formar barro. Para mezclar bien los componentes se emplean caballos que, al pisar, levantar y arrastrar sus patas logran darle una textura cremosa y bien amalgamada a la composici?n.
Una vez bien lograda la masa, se carga en carretillas y se las lleva a la zona de ?cortado?, que es un proceso manual en el que se rellenan con barro unos moldes que le dar?n forma a los ladrillos. Una vez rellenos, se vuelca el molde en el piso y se dejan all? los adobes para que se oreen. Una vez oreados, se apilan en largas filas para el secado. Cuando est?n bien secos, se los estibaba formando el horno u hornalla, colocando carbonilla entre cada piso para propagar el fuego, dejando unas bocas en los extremos inferiores por donde se introduce le?a para su posterior quemado. Se inicia la combusti?n y se deja arder hasta que las llamas lleguen al borde superior de la hornalla, es decir, hasta la ?ltima hilera de ladrillos. Luego de extinguido el fuego, los ladrillos se dejan hasta poder manipularlos y poder venderlos.
Pero seg?n Cabrera ?el proceso no termina aqu? porque a veces no ten?s un pedido y ten?s que salir a vender. Ah? te transform?s en vendedor y sal?s a ganarte el mango?.
?Entre todos nos damos una mano?
A pesar de que cada uno tiene su receta y su horno, veo que comparten chistes de un lado a otro, brazos cuando hacen falta, herramientas y -cuando la mano viene bien-, humeantes asaditos a la hora del mediod?a. Comparten adem?s los trabajadores que se acercan al predio a hacer changas. Hoy uno necesita brazos para estibar y ma?ana otro para cortar, rotando as? de emprendimiento en emprendimiento.
Daniel Sosa relata orgulloso que ?entre todos nos damos una mano y entre las satisfacciones de este oficio est? la de dar trabajo a personas j?venes o personas mayores que no le dan empleo en otro lado. En mi hormo tengo muchachos de18 y 20 a?os. A lo mejor estos pibes van a la escuela, se reciben, no consiguen trabajo y no pueden ganarse una moneda. En cambio as? se lo est?n ganando. Eso es bueno porque los sacamos de la calle, y por ah? sin darnos cuenta estamos haciendo una obra de bien, est?n aprendiendo un oficio?.
Mariano Rodr?guez cuenta que empez? siendo pe?n de Daniel, ?Yo con ?l fui aprendiendo un oficio, c?mo se levanta un abobe, c?mo se quema, hasta que pude hacer un campamento, un pisadero, y ahora estoy trabajando por mi cuenta?.
Enrique Cabrera afirma que ?muchas familias dependen de nuestros hornos porque da trabajo a otras personas: fletes, proveedores, pisadores, corralones, el que trae la tierra, el de la viruta, el que pisa el barro, el que carga y descarga?
Los horneros reconocen que est?n ocupando un terreno fiscal y que alg?n d?a deber?n dejarlo. Pero no saben d?nde ir. Hace muchos a?os atr?s, cuando sus padres eran horneros, arrendaban campos y pagaban el alquiler con su producci?n. Hoy en d?a estas condiciones no est?n dadas. Afirma Cabrera que ?lo que pasa es que ahora no hay lugar. Ahora los due?os de los campos plantan soja, entonces nadie quiere alquilar el campo porque la soja les redit?a m?s. Adem?s, ?qui?n va a querer alquilar un campo para ladrillos y llenar el campo de negros? Entonces desgraciadamente tenemos que buscar terrenos fiscales donde trabajar. Ojal? se pudiera hacer como hacia mi viejo que siempre pag? un alquiler y nunca tuvo que ocupar un terreno fiscal. Pero ahora las condiciones del pa?s son distintas a las que ten?a mi viejo?.
Los ladrillos, sirven para construir nuestras casas (de quienes tienen las suerte de tenerlas), las escuelas, locales para las actividades comerciales que nos dar?n el pan para llevar a nuestras mesas. Nos resguardan, nos ponen al reparo de las tempestades, del fr?o y del excesivo calor. Cobijan nuestros sue?os, forman parte de nuestros proyectos y apilados unos sobre otros constituyen ese lugar al que siempre queremos volver, nuestro hogar.
Los ladrillos, adem?s de construir casas, construyen lazos para quienes los hacen y para quienes los tienen y pueden disfrutar.
El trabajo cotidiano en im?genes:
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