Aunque hubo avances m?dicos importantes, aunque hay nuevos
medicamentos, con la diabetes sigue siendo clave la actitud que adopte
el paciente. Y ayudar al paciente a enfrentar y asumir su
enfermedad como condici?n indispensable para sostener o mejorar su calidad de
vida es el eje de la labor de la Asociaci?n de Diab?ticos de Rosario
(Adir). Rita Hernando, actual titular de Adir, cuenta que el planteo
de empoderamiento de los pacientes surge en Europa y Estados Unidos en la
d?cada del 50, prende en Buenos Aires unos a?os despu?s y comienza a
desarrollarse en Rosario en los 60 a partir del impulso de un grupo de
m?dicos, entre los que se cuentan Delio Eberard y Luis Cardon?.
Lo del empoderamiento, se?ala Rita, tiene que ver con que
el paciente no se limite a recibir su medicaci?n sino que reciba tambi?n educaci?n, de
modo que modifique ciertas conductas e incorpore otras. Y Adir, fundada en 1967, est? en
eso desde sus comienzos, cuando funcionaba, como varias
otras asociaciones relacionadas con la salud, en el subsuelo del hospital
Centenario. "Ah?, los primeros trabajos fueron cursos de capacitaci?n para
enfermeros y para m?dicos generalistas sobre qu? es diabetes y c?mo tratarla",
recuerda Rita, que relata que luego la Asociaci?n se traslad? a una oficina de
un local de la Cruz Roja.
"Despu?s, a partir de la d?cada del 70 comienzan con los campamentos
para los pacientes, que para los pacientes tipo 1, los ni?os, es una de las
mejores formas de educarlos y a la vez de independizarlos en el tratamiento de
la diabetes", indica Rita. "Actualmente los costos de los campamentos son,
siceramente, muy caros, y no todos los chicos tienen obra social,
cobertura. El ?ltimo que hicimos fue en el club Provincial hace cuatro a?os
con apoyo de Promoci?n Social de la Municipalidad y la empresa Paladini",
contin?a, dando la primera referencia de lo duro que resulta sostener la labor
de Adir en tiempos de crisis econ?mica.
Justamente razones econ?micas tambi?n son se?aladas
por Rita para defender el planteo del empoderamiento y la educaci?n del
paciente. Un paciente bien educado corre muchos menos riesgos que uno no
educado y resulta mucho menos oneroso, en t?rminos de pol?tica sanitara, educar
con equipos de salud que internar personas a las que, por ejemplo, hay que
amputarles una pierna. "El trabajo de un equipo de salud cuesta mil quinientos
pesos por mes, y una internaci?n por una complicaci?n aguda, por una
hiperglicemia, cuesta 72 mil pesos, porque ese paciente tiene que ir directamente a terapia", compara Rita.
Adir cuenta con un equipo de salud que viene desarrollando la tarea educativa
en conjunto con algunas vecinales y centros de jubilados. Rita cuenta que
tambi?n desde una farmacia de Empalme Graneros se generan actividades para
pacientes. Pero el desaf?o de la Asociaci?n es poder sostener un trabajo de
prevenci?n y educaci?n a lo largo del tiempo y hacerlo met?dicamente. Por estos
d?as, en Adir esperan la confirmaci?n de la llegada de financiamiento para
trabajar sistem?ticamente durante tres a?os y llegando a dos mil pacientes
a partir de un proyecto presentado ante el Comit? Argentino de Educaci?n para la
Poblaci?n.
Aunque el eje de la acci?n cotidiana est? puesto en este aspecto, Adir para
nada deja de lado el suministro de medicaci?n a los pacientes. "Tenemos
doscientos socios de medicamentos que pagan cinco o diez pesos por mes, seg?n
sus posibilidades", indica Rita, que agradece la colaboraci?n de algunos
laboratorios, fundaciones y simples ciudadanos que donan medicamentos que son
distribuidos desde la Asociaci?n.
Respecto de la cantidad de diab?ticos en el mundo, Rita dice que "los n?meros
son infartantes: el ocho por ciento de la poblaci?n es diab?tica, y de ese ocho
por ciento se calcula que la mitad no lo sabe". Es decir que hay mucho por
hacer.
Otro de los aspectos que remarca Rita es c?mo la pobreza condiciona a
los diab?ticos. Pone el ejemplo de la gente desocupada que como de los
bolsones de alimentos. "Los bolsones que les dan son todos con alimentos
con hidratos de carbono, por eso es interesante lo de las huertas
org?nicas, porque comer verduras y frutas hace que la glicemia no te suba
tanto. Ahora, el d?a que te comiste un guiso con papas o fideos o arroz...
Y est? la realidad de la gente que se pasa varios d?as comiendo mate con
pan, y encima mate dulce, porque te da la sensaci?n de que ten?s m?s llena
la panza".
Rita cuenta tambi?n que "uno cada cuatro de los pacientes que asistimos
con la medicaci?n no tiene m?dico de cabecera, y entonces vienen totalmente
descontrolados. Ese paciente es una bomba de tiempo".
Adir funciona de lunes a viernes de 9 a 18 y los s?bados de 10 a 12 y
ofrece, al decir de Rita, "un lugar donde sab?s que hay una persona que
sabe y te puede contestar, darte un medicamento y al menos una posibilidad
de asistencia en el sentido de educaci?n".
Rita indica tambi?n que antes que la crisis
econ?mica se generalice Adir pod?a organizar clases mensuales a las que los paciente pod?an asistir
sin que ello implique "un desequilibrio total en el presupuesto de la
familia. A partir del 2000 empezamos al rev?s, no que Mahoma vaya a la monta?a. Nos
prestan un auto, vamos a buscar a la doctora y la nutricionista y vamos a
dar las clases a vecinales, como la Azcu?naga, o a centros de jubilados, como
la Casa Amiga del Jubilado".
"Esto es como una escalera, con distintos escalones -agrega-, y el primero es
el de la subsistencia, el del paciente diab?tico insulino dependiente.
Ese escal?n es el elemental, pero a partir de ah? hay distintos escalones, y a
partir del tercer o cuarto escal?n ya la asistencia no sirve, ya le ten?s
que ense?ar a pescar: hay que reeducar al paciente porque todo lo que
hizo durante su vida lo llev? a que tuviera diabetes".
Los integrantes de Adir no son necesariamente diab?ticos.
Rita comenz? a trabajar en la asociaci?n motivada por lo que le pas? a su
abuelo, "un diab?tico mal educado", que antes de morir "perdi? primero un
dedo, despu?s otro y despu?s una pierna". Situaciones similares se dan en los casos de
otros integrantes de la Asociaci?n, que tiene sus puertas abiertas para todo el que
quiera colaborar.