La ESMA
Apuntes sobre el odio en la Argentina
(Incluye varias
consideraciones sobre la lavandera en
el restaurante, el obrero de
vacaciones, el pibe que
estudia y una hip?tesis acerca del desempleado de
hoy
que ofrecer? a su hijo un bife de chorizo. Tambi?n
contiene una cita
de memoria de Marcuse para compensar
el epicentro jauretcheano)
Por
Gabriel Fern?ndez
En la ESMA, como en otros centros clandestinos
de
detenci?n, se torturaba a mujeres embarazadas. A los
dem?s prisioneros
tambi?n, por supuesto. Pero vale
remarcar ese dato para entender el porqu? de
la
perdurabilidad de una sensaci?n colectiva que combina
sentimientos de
dif?cil explicaci?n en un trazo.
?C?mo son las personas que torturan
mujeres
embarazadas? Me lo he preguntado a lo largo de todos
estos a?os;
desde que result? posible, en tiempos de
la dictadura, asomarse a los
primeros datos certeros
sobre lo que estaba ocurriendo. Nunca supuse que
la
m?s espectacular y sentida denuncia alcanzara a dar
cuenta de semejante
situaci?n, o implicara la
descripci?n cabal de lo acaecido en ese lugar,
en
aqu?l
entonces.
*
* *
Es
claro que puede escribirse poes?a despu?s de la
ESMA; lo es tambi?n que la
esperanza de una sociedad
mejor renace pese a la ESMA. Y que muchas cosas
que
sucedieron all? ya hab?an sucedido antes. Pero la
mente ?que presume
recordar esos datos?se nubla de
sorpresa al conocerlos en tanto recientes,
al
descubrir que algo que resulta mucho m?s que un delito
aberrante se
cometi? ayer nom?s y que sus hacedores
est?n dispuestos a reiterarlo si se
dan las
circunstancias laborales adecuadas.
Esto es: somos peores
despu?s de la ESMA. Las
relaciones entre los sectores populares
empeor?
despu?s de la ESMA; y los v?nculos familiares; y los
lazos
barriales; y nuestras formas expresivas; y
?quiz?s?nuestros sentimientos.
Somos peores despu?s de
la ESMA, pero no debido s?lo a eso, sino a la
cultura
olig?rquica que desemboc? en la ESMA, al proceso que
deriv? en la
desestructuraci?n de tantos individuos y
en la ruptura de elaboraciones
populares
trascendentes.
Est? bien, es as? ?y mucho m?s!, pero la
ESMA fue el
?detalle? que nos inform? que la monstruosidad pod?a
ser
?normal?, realizada por personas que parec?an
corrientes, y es la ESMA la que
nos promueve la
equiparaci?n en un intento burdo de comprensi?n entre
lo
que all? se hac?a y lo que hace una parte de
nuestro querido pueblo cuando se
violenta entre s?
?con sus hijos, por caso?o esta rara humanidad cuando
se
despliega en ansia de destrucci?n.
Nos lleva al borde, pues, de la
incomprensi?n total,
ya que si ahondamos en esa direcci?n hallamos sin
m?s
la exculpaci?n de los genuinos y profundos
responsables: quienes lo
hicieron y quienes lo
dispusieron. Terminamos recluy?ndonos en
el
escepticismo que emana de la legendaria pr?dica
grondoniana acerca de
las responsabilidades
compartidas y en las reflexiones propias de sabios
sin
sabidur?a que indican que en las mismas circunstancias
todos
procedemos igual. Y que la formaci?n. Y que
qui?n es en ?ltima instancia el
culpable (si es el
sistema de explotaci?n mundial, como dicen los ?yo
te
voy a explicar c?mo funciona esto?, da lo mismo, pues
el asunto se
torna innominado). Y que patat?n y
que
patat?n.
*
*
*
Marcuse indicaba que la libertad absoluta no era sino
la libertad
del jefe del campo de concentraci?n:
quiero a esta mujer, la tomo; quiero
matar ese hombre,
lo mato; quiero hacer sentir dolor, bueno: hago
sentir
dolor. La transgresi?n noventista argentina tiene
mucho de eso,
pero no por Marcuse, sino por ser
posterior a la ESMA (Si, ya s?, entre otras
cosas). Y
si la sumisi?n es la contracara, el equilibrio entre
el deseo
propio y el del otro es un desaf?o humano de
proporciones que merecer?a
considerarse a la hora de
realizar proyectos pol?ticos de largo alcance.
?Porqu? se torturaban mujeres embarazadas en la ESMA?
La maldad,
lejos de ser apenas una parte del ser
humano, est? interrelacionada con el
resto de su
composici?n, que no es sino un desarrollo imbricado
entre el
medio y la propia voluntad. Pero el odio
olig?rquico argentino es singular:
tiene evidentes
puntos de contacto con el nazismo y sus variantes
en
distintas naciones, involucra aspectos muy
reconocibles de las grandes
tragedias de la humanidad,
condensa rasgos comunes con sentimientos feroces
?y
actos derivados?de grupos e individuos en distintas
circunstancias.
Pero es
singular.
*
* *
A
ver: no parece haber pa?s en el mundo en el cual el
crecimiento econ?mico
social haya generado un repudio,
un desprecio, un racismo, un veneno tan
profundos como
aqu?. Ya s? que el cabo G?mez no pensaba en eso pero
igual
castigaba. Lo ?nico que falta es que Roberto
Alemann se manche las manos. Lo
cierto es que el
rencor de masas en la Argentina mueve monta?as,
consigue
que un tipo sienta placer en torturar una
embarazada, y se pregunta, como se
preguntaba Camps,
porqu? no cuidaron a sus hijos antes en vez de venir
a
pedir ahora.
(Ya conocemos el comentario de actualidad: ?tienen
un
mont?n de hijos y despu?s no saben c?mo alimentarlos.
Son unas
descuidadas, por ser elegante en la
definici?n?. Quienes hablan as? est?n
contra el
aborto. Y en una tercera dimensi?n que deber?a azorar
y es
considerada natural, combaten cualquier intento
de normar opciones de salud
reproductiva. Crean nuevas
ESMAS, con paredes transparentes. Ha escrito
Umberto
Eco que los pobres pagan por s? mismos y por los que
hablan sobre
ellos.)
Casi la mitad de la naci?n argentina est? atravesada,
criada
por el odio. Es mediocre. Y puede reincidir.
Que los peronistas, que los
subversivos, que los
piqueteros, que los villeros, que los cartoneros,
que
los inmigrantes, que los delincuentes. La pucha digo.
Somos peores
despu?s de la ESMA. Todos. Pero ellos
eran peores ANTES DE LA ESMA y por eso
sus ensayos
previos fueron elocuentes aunque lograron el
barniz
democr?tico de La Naci?n.
El golpe de Estado de 1976 concret?
el intento
parcialmente obturado de su predecesor de 1955.
Instal?, sin
vacilar, a sangre, fuego y propaganda, el
Dec?logo del Zonzo como Pol?tica de
Estado en todos
los ?rdenes, elev? hacia el ?xito a las figuras
menores en
todos los ?mbitos, desactiv? las zonas
creativas de la comunidad, conden? al
talento a la
zona gris de los ?fracasados?.
Lo consigui?. Si ninguna
victoria es total, cabe sin
embargo dimensionar su alcance. Lo palpamos d?a a
d?a
en la desindustrializaci?n, pero tambi?n en los grupos
de rock que
condenan a los investigadores argentinos a
trav?s de Greenpeace. Lo
consigui?. No absolutamente,
claro, pero hay quien dice ?yo pago con mi
trabajo los
150 pesos que se llevan los desocupados por no hacer
nada?. Y
otros a?aden: ?Este gobierno est? lleno de
zurdos. ?D?nde iremos a parar!?.
All? tambi?n se
detecta la triste victoria de la
dictadura.
*
*
*
Este 24 de marzo de 2004 es un quiebre hist?rico. La
persistencia de
muchos permite ofrecer a todos la
posibilidad de ser mejores. Ofrece la
ocasi?n de
aprender a vivir sin mirar por encima del hombro, de
intentar
habitar un sitio sin discriminar, de tratar
de convivir con tensi?n y
respeto, con dificultades y
acuerdos, con entreveros y acercamientos. Nada
f?cil
para la muy difundida cosmovisi?n de seres como Jorge
Rafael Videla
o Jos? Alfredo Mart?nez de Hoz. O
Alejandro Agust?n Lanusse, para que quede
bien claro.
Y si tales nombres no significan mucho para las
nuevas
generaciones, vale indicar: el odio en la Argentina
tiene un
prestigio inusitado, pues forma parte de las
buenas costumbres de los
segmentos empinados que
merecen recurrentemente la emulaci?n simiesca de
una
parte de la sociedad. He ah? el problema, que descul?
como pocos aqu?l
libro de Arturo Jauretche, en el cual
se indicaba que no hace falta ser
?clase media? para
ser medio pelo, pues cuando el ansia de
diferenciaci?n
con el de abajo se expande, siempre hay alguien a
quien
humillar.
De ah? la vigencia del desd?n rencoroso transformado
en
?cobertura de actualidad? en las ?Charlas de
Quincho? de Ambito Financiero,
comidilla de la
median?a cerebral local y asentamiento ideol?gico
?si
?ideol?gico!?de los programas de Amplitud Modulada en
la movida ma?ana
porte?a. El cabo G?mez, como el Nene
S?nchez, interpretan bien el anhelo
profundo de las
zonas dominantes y ?saben? que es de buen gusto
ejercer la
libertad total, lo cual lleva a sentirse
superior al pelafust?n. Escuchen a
Ari Paluch, el
moderno conservador transgresor escandalizado por
todo, y
despu?s me cuentan.
Despu?s me cuentan si ese razonamiento no lleva a
la
represi?n. Pero una represi?n transgresora, para gente
como uno, no
como el cabo G?mez a quien, finalmente,
se le suelta la mano. ?C?mo son las
personas que
torturaron mujeres embarazadas en la ESMA? Es
probable
estudiar sus circunvoluciones, sus turbulentas
historias
familiares, su formaci?n castrense, pero m?s
atinado parece conocer la
cultura en la cual se
reflejan, a la cual pretenden asimilarse
aunque
?ntimamente sepan que jam?s pertenecer?n.
*
* *
La
voz del Presidente pide perd?n en nombre del
Estado. Situaci?n confusa a
primera vista. ?Porqu? se
hace cargo? Al mismo tiempo: ?hay un Estado que
se
hace cargo! Simult?neamente: sin soluciones al
problema de fondo que
origin? aqu?l fant?stico odio
olig?rquico, en pocos meses semejantes palabras
pueden
padecer un deterioro infernal. Y la ESMA puede quedar,
como dice
hoy la izquierda, cual un placebo. Pero
nuestros corazones lo saben: ya nada
ser? igual.
Porque en la Argentina un presidente dijo que los
asesinos son
asesinos, y actu? en consecuencia. Y
adem?s, todo el Primer Cuerpo est? en
cana. Y Bendini
descolg?, tan pancho, los cuadros de los
dictadores.
*
*
*
Hace apenas minutos, en t?rminos hist?ricos, que
empezamos a volver
a ser mejores. Los resultados de
esta acci?n oficial reci?n se palpar?n con
los a?os.
Como suele suceder con las derivaciones de cambios
profundos,
esos resultados ser?n percibidos con cierta
naturalidad, casi olvidando el
gesto que les dio
origen. Ser? tarea de los recordadores del
pueblo
informar que la persistencia de muchos permiti? a uno
ejercer el
acto que modific? la vida de todos.
Bien. Pero no se desarma as? nom?s
semejante odio.
Hace 50 a?os una lavandera ocup? una mesa en
un
restaurante. Eso es grave. Hace 40 a?os un obrero se
fue de vacaciones
a un lugar agradable. Ni olvido ni
perd?n. Hace 30 a?os, inclusive, el pibe
del barrio
pod?a acceder a la universidad. Las quieren todas.
Todo ese
resentimiento acumulado surge una y otra vez
entre los guardaespaldas de
Bartolo de los cuales
habl? Homero Manzi. Y lo repetir? a su manera
Daniel
Hadad quien hasta viene de otro lado pero ?lleg??
--?llegu? pap?,
dijo Neustadt al ser invitado a dar
una conferencia en la Facultad de
Derecho?merced a la
prestigiosa actividad de traficar cosas para
cuyos
portadores solicita la pena de muerte.?C?mo son los
que torturaban
mujeres embarazadas en la ESMA? Bueno,
bastante parecidos a gente que
conocemos muy bien.
*
* *
La
Argentina nunca termina de nacer porque cuando
empieza a engendrar con
potencia y salud alguien se
ocupa del asunto. Para que la contradicci?n vida
?
muerte pueda desplegarse dial?cticamente es preciso
que el primer tramo
se despliegue; de otro modo, la
primac?a del segundo ?polo? ?m?s duradero?se
afianza.
Mordisquito lo explic? a su modo. Y despu?s agarr? y
se muri?.
Justo cuando hab?a dejado de fumar.
Este 24 de marzo, Kirchner acert?.
Convirti? uno de
esos goles que vale la pena recordar. Pero la tarea
que
queda por delante es cicl?pea. Nuestra bronca, que
sigue siendo un digno e
ingenuo reclamo de Verdad y
Justicia, de Justicia Social, de
Independencia
Econ?mica, de Soberan?a Pol?tica, tendr? que v?rselas
con un
borroso y oscuro sentimiento que anida en
enormes masas de la poblaci?n, que
renacer? con
energ?a inusitada cuando un desempleado de hoy pueda,
ma?ana,
acariciar orgulloso los cabellos de su hijo y
diga:
--Hoy de comer,
hay bife de chorizo. ?Te gusta? Bueno,
contame ?Qu? quer?s ser cuando seas
grande? ?Pensaste
en seguir alguna carrera?
Ah? s?, Ellos intentar?n
poner orden frente a tanta
desmesura. ?Qu? es eso de permitir que crezca
un
argentinito talentoso? V?lgame Dios. ?Una ESMA aqu?!
Y Nosotros,
?qu? haremos?
GF/
24 y
25 de marzo de 2004
Notas Relacionadas:
Texto
Completo pronunciado por Mar?a Isable Greco de H.I.J.O.S frente a la
ESMA
Discurso del
presidente N?stor Kirchner en el acto de firma del convenio de la creaci?n del
Museo de la Memoria para la promoci?n y defensa de los Derechos Humanos