Cr?nicas del juicio
Una tarde marcando el camino
Ya hab?a llovido demasiado, pero no lo suficiente para impedir un buen amontonamiento de personas, de esos poco frecuentes y muy llamativos en San Nicol?s. Calle Lavalle, entre adoquines y charcos, llegando a Sarmiento, separaba de una esquina a la otra a las personas que se iban acercando al lugar. De un lado, sobre el bald?o y estacionamiento se encontraban varios gacebos que agrupaba a algunos que se escond?an de las persistentes gar?as. Cruzando la calle, sobre la esquina del Concejo Deliberante, estaba el resto de la gente esperando entrar all?. Entre varias banderas que identificaban agrupaciones pol?ticas, la m?s grande abrazaba a todos y todas. Nadie que pasara por all? dejar?a de enterarse que en ese lugar se estaban juzgando a los genocidas por cr?menes de Lesa Humanidad en San Nicol?s.
Corr?an las primeras horas de la tarde. La etapa inicial de la audiencia ya hab?a terminado, y el final del receso anunciaba la continuaci?n de los primeros testimonios de este juicio, que puso en el banquillo a Jorge Mu?oz, Manuel Fernando Saint Amant y Antonio Federico Bossi?, entre otros culpables ya fallecidos. En esta oportunidad, declar? la querella y los testigos del caso ?Militantes de la JP - Montoneros desaparecidos en los Barrios Tr?poli, Don Bosco y Santa Rosa?, ocurrido entre abril y mayo de 1977, que s?lo involucra a Saint Amant. Durante la ma?ana hab?an declarado Beatriz Baronio y V?ctor Almada, mientras que por la tarde fue el turno de Omar Mastroberardino, Fernando Alvira y Adriana Alvira.
El primero en prestar sus declaraciones fue Mastroberardino, sobrino de Jos? Emilio Mastroberardino, quien fuera propietario de la vivienda alquilada al matrimonio Almada ?Spotti, y posteriormente secuestrado. Este testigo detall? c?mo fue el procedimiento que las fuerzas militares realizaron en la casa de su t?o, ubicada en el kilometro cuatro de la ruta 188. S?lo unos sesenta metros separaban la casa de Jos? Emilio de la de su sobrino. ?Trato de pensar en las cosas que m?s me acuerdo del momento?, sostuvo Mastroberardino. Lleg? a explicar que su t?o estuvo desaparecido entre siete y diez d?as, y que al momento de su regreso estaba muy deteriorado. Tambi?n asegur? que luego del procedimiento la casa qued? vac?a y muy venida a menos, y no dej? dudas acerca de que se trat? de un operativo del ej?rcito.
Luego de Mastroberardino fue el turno de Fernando Alvira, hijo de Mar?a Cristina Alvira y Horacio Ar?stides Mart?nez, y sobrino de Rosa Raquel Alvira. ?Yo estuve con ellos hasta los nueve meses, por lo tanto no tengo memoria, sin embargo el 5 de mayo de 1977 marc? profundamente mi vida y la de mis familiares?, comenz? Fernando, apretando entre sus manos una foto de las v?ctimas. El relato de Alvira fue muy triste y conmovedor, puesto que desde su lugar no pod?a hacer m?s que reclamar la justicia que se merece, tanto ?l como los dem?s familiares. ?Recuerdo c?mo se me ven?a el mundo abajo cuando me preguntaban por mis padres?, coment? haciendo referencia a sus a?os de infancia. Al borde de las lagrimas, y concluyendo sus palabras, Alvira confes? la tristeza de saber que el hijo que espera con su pareja no va a tener a dos de sus cuatro abuelos. Antes de levantarse dej? en claro su pedido, acopl?ndose al ya conocido e ininterrumpido grito de justicia.
Por ?ltimo, quien pas? a dar sus declaraciones fue Adriana Alvira, hermana de Mar?a Cristina y Rosa Raquel Alvira, y por lo tanto t?a de Fernando. Adriana se tom? un largo rato para contar detalladamente c?mo estaba formada su familia, sobre la militancia universitaria de sus hermanas y su cu?ado, y la vida que la pareja desaparecida estaba empezando a construir con la llegada de Fernando. Ley? cartas de su hermana Mar?a Cristina, que contaban el crecimiento del beb?. Se trataba de la vida de tres j?venes, estudiantes, comprometidos con la lucha por un pa?s mejor. Eran tres de esos miles de pibes que fueron arrancados del mundo por el sangriento Terrorismo de Estado. El relato de Adriana sigui? con la desaparici?n de los j?venes y la posterior incansable lucha de su padre por encontrarlos, y por poder obtener la tenencia de Fernando, que hab?a pasado de las manos de un vecino a la de los mismos militares. Adriana cont? que a su padre lo obligaron a firmar un documento que se?alaba a los j?venes como delincuentes, bajo la amenaza de no permitirle la tenencia de su nieto. Luego detalla el acercamiento de su padre a las Madres de Plaza de Mayo, y el trabajo realizado hasta su muerte en el a?o 1989 ?cuando ve?a que nada pod?a cambiar?. Finalmente el fin de las leyes de obediencia de vida y punto final permitieron a Adriana acercarse a la Secretar?a de Derechos Humanos de La Plata, donde pidi? la intervenci?n de la justicia.
A?os m?s tardes, el esfuerzo tuvo su fruto y finalmente tanto Adriana como Fernando pudieron declarar, para as? dar un paso m?s en este camino. El pedido de juicio y castigo es cada vez m?s grande, como cada vez m?s corto es el tiempo restante para llegar a la condena a los responsables de estos cr?menes. ?Estamos ac? porque muchos lucharon para estar en esta instancia, hay muchos que ya no est?n, pero est? mi generaci?n y los nuevos, y eso nos da esperanza?, sostuvo con gran emoci?n Adriana Alvira al final de la audiencia. Claro est? el objetivo, y claro parece estar el camino.
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Publicado el: 07/08/2012
Por Mart?n Stoianovich.
Categor?as: Derechos Humanos / Documento
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