Sobre el 24 de marzo
Memoria entre las brumas
El 24 de marzo de 1976 fue un d?a destemplado por varias razones, la baja temperatura oto?al era acompa?ada de un cielo amenazante y encapotado.
Desde la madrugada las radios emit?an el primer comunicado de la junta militar anunciando el relevo de la presidenta Mart?nez de Per?n, e instaban a la poblaci?n a permanecer en sus hogares expectantes de los anuncios.
Ese d?a la selecci?n nacional de f?tbol jugaba bajo la nieve con Rusia y el arquero Carlos Biassutto luc?a pantalones largos. Mientras las fuerzas conjuntas de militares y polic?as continuaban la cacer?a de delegados gremiales y militantes pol?ticos, una masa silenciosa de espectadores observaba con atenci?n las alternativas del partido Rusia-Argentina.
En las pantallas, el escudo del Proceso de Reorganizaci?n Nacional con el sable, el ancla y las alas superpuestas con una antorcha era el tel?n de fondo para las torvas figuras de los comandantes armados.
La mayor?a de los principales dirigentes pol?ticos hicieron mutis por el foro ante la irrupci?n cuartelera, el Secretario General de la CGT Casildo Herreras anunci? que ?se borraba? y as? ante la pasividad de muchos instauraron una de los experimentos m?s siniestros de ingenier?a y exterminio social del que se tenga memoria en la historia contempor?nea.
Videla, Massera,Agosti, mascarones de proa de un proceso de desestructuraci?n social que aun persiste, de la desindustrializaci?n y el empobrecimiento planificado, del fenomenal endeudamiento externo de las empresas p?blicas. Mart?nez de Hoz, el de la Sociedad Rural, el descendiente los traficantes de carne humana, esclavistas en el siglo XIX. Junto a esta cohorte llegaron los censores de pel?culas los quemadores de libros y personas, los capellanes consoladores de esp?ritus de los que arrojaban disidentes pol?ticos dopados al mar.
Siete a?os bastaron para ejecutar un siniestro plan que dejo sus herederos y sus marcas, que destruy? la escuela y la salud p?blica, que sembr? el terror a la participaci?n en cuestiones sociales..
Es preciso no olvidar que los militares no estuvieron solos, muchos civiles acompa?aron a los dictadores.
A treinta y tres a?os contin?an sin aparecer treinta mil detenidos- desaparecidos por razones gremiales y pol?ticas.
Las brumas no han logrado borrar nuestra memoria, alerta y en vigilia.
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Publicado el: 19/03/2009
Por Carlos A. Solero, miembro de APDH Rosario.
Categor?as: Derechos Humanos / Documento
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