Los integrantes de la Coordinadora de Trabajo Carcelario
(CTC) parten de la base de que la c?rcel "es el lugar donde se expresan con
mayor agudeza y crueldad las injusticias que existen en la sociedad". De
all? que no duden en decir que est?n en contra de la c?rcel como sistema. "Pero
plantear eso en la Argentina de hoy no se puede, por eso lo que intentamos
hacer es una reducci?n de da?os, de riesgos: que esa persona encerrada
sufra el menor da?o posible; recuperarla y protegerla lo m?s que se pueda",
aclara Antonio Tesolini. "Hasta los que trabajan como penitenciarios, por el
hecho de estar ah?, como sujetos terminan deterior?ndose. El ser humano no est?
hecho para el encierro; es algo antinatural", agrega Antonio, que junto a Lilian
Echegoy recuerda que los primeros pasos de la CTC se dieron a mediados de los
90.
"Como coordinadora se cre? en el 95, y fue el resultado de toda una acci?n que hab?amos empezado a hacer desde
los distintos organismos de defensa de los derechos humanos en relaci?n al tema
de la c?rcel. ?bamos cada uno por su lado, ve?amos lo que pasaba, trat?bamos de
contener lo que se pod?a en el momento y despu?s volv?amos a ir cuando
hab?a otro llamado. Era un rol de bombero, apag?bamos el incendio", rese?a
Antonio, que cuenta que a partir de esas acciones aisladas se empezaron a
plantear la necesidad de "generar un espacio para establecer un laburo
mucho m?s sistem?tico y darle continuidad, entendiendo que uno no puede ir
solamente cuando hay un conflicto sino que hay que tratar de seguir los
reclamos y los problemas". De all?, de la tarea inicial de coordinar las
acciones aisladas de los organismos de defensa de los derechos humanos respecto
de los llamados "presos comunes", surgi? el nombre de Coordinadora de Trabajo
Carcelario.
Lilian recuerda que comenzar a trabajar con los "presos
comunes" desde ?mbitos que se ocupaban solamente de los presos por razones
pol?ticas no fue f?cil. Por un lado hab?a resistencia de algunos sectores que
acusaban a la flamante Coordinadora de "defender a delincuentes". Por otro lado,
los propios presos facturaron a los integrantes de la CTC, en las primeras
reuniones que mantuvieron, el desinter?s por la situaci?n de ellos de parte de los
organismos defensores de los derechos humanos. "Hoy en d?a todas las
organizaciones de desocupados y los distintos partidos pol?ticos que tienen
trabajos en los barrios se van conectando con nosotros, porque son esas familias
de los barrios las que tienen los hijos presos, las que les entra la
polic?a. Ahora, entonces, tenemos reuniones; pero en el primer momente
fuimos bastante criticados", relata Lilian.
Es a partir de aquellas primeras movidas a
mediados de los 90 que la poblaci?n carcelaria empieza a establecer un v?nculo
fuerte con la CTC. Y hay un par de hechos puntuales que consolidan esa relaci?n:
un incendio en la comisar?a 15 en el 95 y una gran huelga nacional de presos en
el 96. En marzo del 96, en medio de esa huelga, la CTC logra algo impensado
hasta entonces: que delegados de los presos de todas las comisar?as de Rosario
se encuentren, cara a cara, con el ministro de Gobierno de entonces, Roberto
Ros?a. De all? surgen algunas conquistas, como el nombramiento por parte
del gobierno provincial de un m?dico infect?logo que atienda a la poblaci?n
carcelaria. As?, la CTC va ganando por un lado la confianza de las personas privadas
de la libertad y por otro el respeto de las autoridades. "Ese v?nculo que
logramos establecer a lo largo de los a?os es lo que hoy
permite que nosotros como instituci?n estemos legitimados de alguna manera en ese
espacio social. Hay un reconocimiento de que nuestra instituci?n expresa las demandas
de las personas que est?n privadas de su libertad y sus familiares.
Expresamos lo que pasa ah? y tratamos de vehiculizar esas demandas
a las instancias institucionales que correspondan. Esto fue fruto de haber aprendido muchas cosas y,
sobre todo, de haber puesto el cuerpo durante mucho tiempo en situaciones l?mite", indica
Antonio.
Claro que no fue f?cil: hubo que revertir la desconfianza de los presos y el
rechazo de las autoridades, que acusaban a los miembros de la CTC de agitar
conflictos en c?rceles y comisar?as. "Las autoridades se la tuvieron que bancar.
Nos comimos horas de amansadoras, de que no nos quisieran dejar entrar, de
viajar a Coronda y quedarnos plantados. Nos quer?an requisar", cuenta Antonio.
Finalmente, Ros?a, siendo ministro, dict? una resoluci?n que autoriza a
los miembros de la CTC a ingresar a las c?rceles y penales de las
comisar?as del mismo modo que pueden hacerlo los abogados. Y en estos d?as,
muchas veces son los jefes policiales o los funcionarios los que convocan a la
organizaci?n cuando hay conflictos. Adem?s, Antonio explica que nunca se
dedicaron a agitar conflictos o motines porque "el ?nico que pierde en los
motines el es preso".
La indefensi?n de los detenidos es un elemento que en la
CTC tienen muy cuenta a la hora de intervenir frente a denuncias. "El primer rol
que cumplimos en los conflictos es ser la voz de ellos, que generalmente
no era escuchada. En un conflicto con dos partes se escuchaba
la voz de s?lo una de ellas. Lamentablemente, por el nivel de conflictos que hay
estamos siempre discutiendo conflictos y no podemos discutir cosas que planteamos
desde hace a?os: proyectos de una revista, de una biblioteca, de la escuela, que es
lo que en definitiva intentamos hacer", indica Antonio.
Respecto de los conflictos, desde la CTC remarcan que ser "la voz" de
los presos requiere de un aprendizaje. Y una de las claves es hacer lo que los
presos quieren, advirti?ndoles los riesgos que corren. "Vamos y decimos: esto lo
podemos hacer, esto no lo podemos hacer; ante esta situaci?n existeen esta, esta
y esta posiblidad, siempre teniendo en claro que nosotros nos vamos y son ellos
los que quedan adentro. No hacemos nada que el preso no quiere que hagamos. Esa
es una ley indefectible. Ni a los familiares les hacemos caso ciegamente, porque
muchas veces el familiar tiene ansiedades y el detenido al familiar no le cuenta
todo, porque no lo quiere asustar, y a nosotros s?. Lo hemos aprendido con el
tiempo y creemos que, en general, esta tiene que ser una pol?tica de los
organismos: vos no pod?s hacer nada si la v?ctima, la que sufre el problema, no
est? convencida", se?ala Antonio. "Les hablamos sobre los riesgos que trae para
una persona que est? detenida denunciar a sus carceleros, porque queda en una
indefensi?n total. Siempre les decimos los riesgos que van a tener y les
preguntamos si quieren hacerlo igual", acota Lilian. "Y los entendemos si
no quieren hacer nada, que es algo que pasa muchas veces. No por eso son
miedosos o traidores", completa Antonio.
Aunque desarrolla sus acciones desde hace a?os, la CTC no se constituy? a?n
formalmente como asociaci?n civil. Ahora, sus miembros est?n en eso. As?,
podr?an hacer m?s viable la posibilidad de recibir subsidios que contribuyan a
su funcionamiento, que por ahora depende casi exclusivamente de aportes
voluntarios. La CTC, hasta ahora, s?lo recibi? apoyo econ?mico para un proyecto
de prevenci?n de HIV en las c?rceles.
De todos modos, la decena de integrantes estables de la
Coordinadora est? "de turno las 24 horas". Alguno de ellos acude siempre al
llamado de los presos o sus familiares o a la convocatoria de polic?as o
funcionarios. Hubo veces en que la polic?a les mand? m?viles -desde la
Coordinadora siempre exigen que sean sin identificaci?n- para llegar hasta los
lugares de conflictos. Adem?s de Antonio y Lilian, entre los m?s veteranos
militantes de la CTC se cuentan Federico Garat y Carmen Maidagan. Desde la
organizaci?n se?alan que est?n las puertas abiertas para todo el que quiera
sumarse, pero aclaran que la cosa no es sencilla. "Nosotros, que estamos
acostumbrados, todav?a nos descomponemos ante situaciones que vemos en las
comisar?as y las c?rceles", cuenta Antonio. Adem?s, hay que tener
valor y calma para afrontar los conflictos carcelarios. A Antonio y Lilian, por ejemplo, les toc?
una vez salir de la c?rcel de Coronda esposados a un grupo de presos que
hab?an liderado un mot?n. En definitiva, desde la CTC se?alan que para militar en
la defensa de las personas privadas de la libertad hay que asumir un compromiso
fuerte. "No es cuesti?n de venir un d?a y despu?s desaparecer. En general vienen
muchos estudiantes porque est?n haciendo sus tesis. Tenemos cuidado en eso, porque si en las comisar?as
o las c?rcels decimos que vamos tal d?a, vamos caiga quien caiga.
Para ellos la palabra es importante", advierte Lilian. Asi que "turistas sociales", abstenerse. A la
CTC le cost? mucho establecer v?nculos s?lidos con la poblaci?n carcelaria y no
est? dispuesta a arriesgar esa relaci?n.
"Se ha logrado con esto, y est? demostrado, que las autoridades no van a
poder resolver ning?n conflicto pesado con los presos sin nuestra presencia. Han
intentado, nos quisieron sacar, pero nunca han podido", explica Antonio. "Ellos
intentan resolverlos solos porque nuestra presencia significa una presencia del
conflicto hacia afuera. Y la c?rcel siempre tiende a mantenerlo cerrado.
Nosotros tratamos de abrir la c?rcel, abrir el conflicto de una instituci?n que
es muy cerrada y se mantiene cerrada siempre. Para eso tratamos con respeto
a los presos y recibimos lo mismo. Si vas como doctorcito a tratar al otro como
si fuera un monstruo, no srive. Tenemos una relaci?n c?lida, de ser humano a ser
humano", agrega Lilian, que cuenta que los presos hasta piden disculpas cuando
dicen una mala palabra y hay una militante de la CTC presente.
Desde la Coordinadora destacan tambi?n que funcionan de modo
horizontal y que cada uno de sus integrantes tiene capacidad de
resoluci?n por s? mismo. Es que en las situaciones l?mite hay que resolver
r?pido, aunque despu?s se concluya que la decisi?n no fue la m?s adecuada.
De todas maneras, la l?nea de trabajo siempre es la misma: reducir la
vulnerabilidad de la poblaci?n carcelaria. Y una de las claves es la difusi?n de
los conflictos, para lo que se respaldan en los medios de
comunicaci?n.
Para la CTC, est? dicho, la c?rcel no hace m?s que agudizar la desigualdad
social en general. "En la c?rcel est?n magnificadas las cosas que pasan en la
sociedad. Y hoy los presos son los chivos expiatorios de muchas cosas. No
se discute lo que hay que discutir, que es por qu? los que est?n presos son
pobres y j?venes. Son los que est?n abosolutamente excluidos del sistema. Son
los que est?n fuera de la sociedad y el ?nico lugar que la sociedad tiene para
ponerlos es la c?rcel, que cumple la funci?n de encerrar personas por el
s?lo hecho de encerrarlas. No tiene otra funci?n: si pudiera matarlos los
matar?a. De hecho los mata", indica Antonio. "Tambi?n hay mucha
hipocres?a. Vos ves que hay muchos chicos pidiendo en la calle y esos chicos van
a terminar en el circuito delictivo. No tienen opci?n", agrega
Liliana.
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