Violencia sexual en el terrorismo de Estado
"La palabra nos libera"
Se present? en Rosario ?Grietas en el silencio?, una minuciosa investigaci?n realizada por Cladem e Insgenar sobre la violencia sexual ejercida durante el terrorismo de Estado. El objetivo de este libro es primordial: que los delitos contra la integridad sexual sean reconocidos como cr?menes de lesa humanidad. En un hecho hist?rico en Rosario, la Justicia Federal consider? por primera vez, a la violencia sexual como un delito aut?nomo al solicitar la indagatoria del represor Mario Marcote, a partir del testimonio de Stella Hernandez, querellante en la causa Diaz Bessone. ?Solicitar que la violencia sexual sea un delito de lesa humanidad fue liberador y espero que sirva para abrir el camino a otras voces, a otros testimonios que no lo han podido decir?, expres?, en un emotivo acto, la actual secretaria gremial del Sindicato de Prensa Rosario. All? estuvo enREDando.
?Grietas en el silencio no es un libro m?s. Es un libro que nos d? fundamentos, teor?as, un marco acad?mico, para entender y para avanzar en el reclamo de justicia. Hoy es un d?a especial, y no creo en la casualidad. Se realiza la presentaci?n de este libro en el momento en que el juez federal Marcelo Bailaque indag? al represor Marcote a quien yo denunci? por el delito de violaci?n y lo indaga en el marco de un delito de lesa humanidad que fue lo que reclame hace un a?o cuando declar? ante el Tribunal Federal. Este tribunal lo deriv? al juez Bailaque. Ac? hubo mucho trabajo de las abogadas, las familias y de nosotros, sin los testimonios esto tampoco hubiese sido posible. Si no lo decimos, sino lo contamos, sino reclamamos es imposible que pueda llegar a la justicia. No es sencillo hacer esto de una manera individual. Esto es un logro?.
Las palabras entrecortadas se deslizan del testimonio de Stella Hernandez, actual secretaria gremial del Sindicato de Prensa Rosario, sobreviviente del centro clandestino de detenci?n que funcion? en el Servicio de Informaciones de Rosario y querellante en la causa D?az Bessone.
Sus palabras, su emoci?n, la indiscutible fortaleza de su mirada, colmaron una sala que la escuchaba en un respetuoso y conmovedor silencio. El Museo de la Memoria de Rosario fue el lugar elegido para la presentaci?n de ?Grietas en el silencio?, un verdadero hallazgo de investigaci?n sobre la violencia sexual en el marco del terrorismo de Estado. Un arduo, intenso y profundo trabajo de recolecci?n, tratamiento y an?lisis de testimonios y documentos que dan cuenta de lo que signific? la violencia sexual durante la ?ltima dictadura militar. Un acto de escucha por parte de las seis autoras de este libro: Anal?a Auc?a, Florencia Barrera, Celina Berterame, Susana Chiarotti, Alejandra Paolini y Cristina Zurutuza.
Pero adem?s, este libro, publicado en conjunto por Cladem e Insgenar, se present? p?blicamente en un d?a que simboliza un acto de justicia. Por primera vez en Rosario, el juez federal Marcelo Bailaque consider? a la violencia sexual cometida durante el terrorismo de estado como un delito de lesa humanidad. Bajo esta imputaci?n solicit? el pasado 10 de noviembre la indagatoria de Mario Alfredo Marcote, alias el Cura, quien actualmente est? siendo juzgado en la causa D?az Bessone y quien fuera denunciado por Stella Hernandez en su declaraci?n ante el Tribunal Oral Federal N? 2 al asegurar haber sido violada por este represor que oper? en el Servicio de Informaciones de Rosario.
Este hecho no ten?a antecedentes en la ciudad y tan solo uno en el pa?s: ?la sentencia contra Gregorio Molina, que en junio del a?o pasado produjo el Tribunal Oral Federal de Mar del Plata. Molina es un ex suboficial de la Fuerza A?rea que fue condenado a prisi?n perpetua por diversos cr?menes, entre los cuales se encuentran cinco violaciones agravadas y una tentativa del mismo delito, cuyas v?ctimas fueron dos detenidas. Durante el juicio, se prob? que Molina fue autor directo del delito de violaci?n sexual. El Tribunal sostuvo que ?era habitual que las mujeres ilegalmente detenidas en los Centros Clandestinos de Detenci?n fuesen sometidas sexualmente por sus captores o guardianes o sufrieran otro tipo de violencia sexual. Las violaciones perpetradas, como se dijo, no constitu?an hechos aislados ni ocasionales, sino que formaban parte de las pr?cticas ejecutadas dentro de un plan sistem?tico y generalizado de represi?n llevado a cabo por las Fuerzas Armadas durante la ?ltima dictadura militar?. (Nota Las 12, por Sonia Tessa).
Sin duda, el testimonio de cada una de las v?ctimas es un aporte indispensable para la visibilizaci?n de un delito aut?nomo como lo es la violencia sexual. La sistematicidad con la que fueron perpetrados estos delitos en los centros clandestinos de detenci?n es un rasgo que desecha la idea de ?eventualidad? con la que el Poder Judicial, en algunas causas, ha impedido avanzar en el juzgamiento de hechos que representan la m?s extrema forma de violencia hacia hombres y, especialmente, mujeres, quienes por su condici?n de g?nero fueron las que padecieron con mayor ensa?amiento y humillaci?n, las distintas formas de violencia sexual.
Reconocerlo como un crimen de lesa humanidad no es ni ha sido f?cil. Y para lograr esto, las v?ctimas y los abogados/as de las organizaciones de derechos humanos han tenido un rol fundamental. El 9 de febrero del a?o 2010, Cladem e Insgenar presentaron, a partir de un pedido de los abogados de la Agrupaci?n Hijos Rosario, un Amicus Curie en la causa Riveros donde se investigaba los delitos cometidos en el circuito de Z?rate Campana. Lo que solicitaban era, precisamente, que la justicia considere los delitos contra la integridad sexual como cr?menes de lesa humanidad. ?Las dificultades que observamos en el aparato judicial para receptar este reclamo ?prejuicios y falta de sensibilidad, mayores exigencias para probar la violaci?n sexual que para probar la tortura, negativa a aceptar la responsabilidad mediata en casos de violaci?n sexual, entre otros-nos impulsaron a avanzar en el estudio de casos similares?, explica la Dra. Susana Chiarotti en la introducci?n de ?Grietas en el silencio?.
As? nace una investigaci?n sustentada sobretodo, en la valent?a de dieciocho v?ctimas que decidieron aportar su testimonio en cinco provincia del pa?s; , adem?s del an?lisis y una revisaci?n rigurosa de la legislaci?n y la jurisprudencia nacional e internacional. ?En nuestra b?squeda hemos constatado graves hechos de violencia sexual ocurrida en todos los centros clandestinos de detenci?n: desnudez forzada de varones y mujeres, esclavitud sexual, violaci?n sexual, abusos sexuales reiterados y numerosos actos destinados a humillar y degradar a detenidas y detenidos. Si la justicia minimizara o dejara de investigar y sancionar estos hechos estar?a enviando un mensaje equ?voco a la sociedad, lo que fomentar?a la impunidad y la discriminaci?n, adem?s de no mostrar la verdadera imagen de quienes estuvieron a cargo de la represi?n ilegal?, puntualiza la presidenta del Insgenar.
Romper el silencio
?Hay compa?eras que no lo van a poder decir nunca?, dice Stella. Habla, relata. Expresa, como puede, una contradicci?n que la invade: por un lado la satisfacci?n de ver que finalmente, el ?violador serial? que ella acus? con un enorme coraje en su testimonio est?, por primera vez, siendo indagado y posiblemente procesado, por delitos de violencia sexual. Al mismo tiempo, es un dolor. Una llaga que lacera en esas heridas abiertas de cada una de las mujeres y de los hombres que atravesaron el terror sexual con sus cuerpos. Sus cuerpos marcados, tambi?n y terriblemente, por el silencio que durante a?os pes?, acall?, grill?, a la gran mayor?a de las v?ctimas de la dictadura militar. ?Una de las dificultades con que topa el reclamo de justicia para estos cr?menes es la resistencia de muchas de las personas v?ctimas de esos vej?menes para hacerlos p?blicos?, explica Marta Vasallo. Por su parte, Anal?a Auc?a en su art?culo tambi?n se refiere al silenciamiento de la violencia sexual: ?Existen varios factores que contribuyen a ese mutismo profundo, algunos de ellos est?n en dependencia con el sentido cultural de la sexualidad y el car?cter que socialmente adquiere la violencia sexual. Los sentimientos de culpa, humillaci?n y verg?enza son dominantes y generan que las v?ctimas silencien y oculten esos hecho tan graves de vulneraci?n de sus derechos humanos. (?) Por otra parte, ese silencio tiene otro factor que lo nutre y radica en las responsabilidades que tiene el Estado de investigar y juzgar la violencia sexual. (?) La inacci?n del Estado frente a la persecuci?n de estos graves delitos, en particular del Poder Judicial, fabrica una relaci?n de complicidad con los represores desde el momento en que sus cr?menes sexuales no son investigados ni ellos son juzgados y condenados?.
Stella Hernandez, quiz? una de las urgentes voces que han marcado una grieta en el silencio oscuro y penetrante, dice: ?Si hab?a algo que me molestaba era pensar que cuando ?l (Marcote) estaba en el Tribunal, muchas compa?eras no pod?an denunciar lo que este tipo hab?a hecho, yo lo califiqu? como un violador serial. Y yo sent?a que hab?a una doble impunidad: ?l estaba frente a sus v?ctimas que no lo pod?an denunciar. Segu?a siendo impune. Entonces, sent? que pedir que la violencia sexual sea un delito de lesa humanidad fue liberador y espero que sirva para abrir el camino a otras voces, a otros testimonios que no lo han podido decir. No es sencillo sentarse ante un tribunal, testimoniar ante la prensa, la sociedad, es muy complejo y dif?cil. Hemos pasado por un trauma, una cat?strofe que no es individual. Nos pas? como sociedad, a todos. De este trauma, solo se sale con la reparaci?n que nos d? la justicia.?
A su vez, el esfuerzo personal y colectivo de las investigadoras y militantes feministas para realizar esta investigaci?n ha sido fundamental: encontrar, buscar y escuchar los testimonios desgarradores de las v?ctimas.
?La requisa la ten?amos cada quince d?as. Nos hac?an desvestir, lo que hac?an te levantaban los pechos, te tocaban y te abr?an los cachetes, la cola. En muchos casos, te quer?an meter la mano adentro de la vagina.?
?Fui violada por m?s de 20 hombres, tres y cuatro veces al d?a. No eran los mismos. Respiraban distinto, ol?an distinto y hasta insultaban diferente. Ni siquiera pod?a ba?arme.?
Sin duda, ?la violencia sexual en el marco del terrorismo de Estado fue perpetrada en todos los espacios posibles. All? tambi?n hubo un continuum: se violaba, desnudaba, manoseaba, acosaba, abusaba, etc, desde el primer momento de detenci?n, en los CCD, en las c?rceles, y, posteriormente, luego de la ?liberaci?n?, escribe y detalla la abogada Anal?a Auc?a, quien, en la presentaci?n del libro, manifest?: ?es un trabajo que est? basado en el dolor. Agradecemos la valent?a de estas mujeres y de estos hombres que han podido dar su testimonio?.
?Decidimos iniciar esta investigaci?n que tuvo como objeto indagar en la magnitud y las caracter?sticas que tuvo la violencia sexual durante el terrorismo, y obviamente, el principal y ?nico objetivo es incidir en la sociedad, en las v?ctimas y principalmente en los operadores de justicia para que puedan visibilizar la violencia sexual, incorporar la perspectiva de g?nero e investigar y sancionar a los responsables de estos delitos y reparar legalmente a las v?ctimas?
?Grietas en el silencio? aporta herramientas te?ricas, pol?ticas y legales. El recorrido de la investigaci?n traza un amplio y minucioso an?lisis de la construcci?n de g?nero, los contextos represivos, las pol?ticas de terror, la jurisprudencia nacional e internacional y las repercusiones subjetivas de la violencia sexual en hombres y mujeres.
El libro es una grieta, un foco de resistencia, una luz que intenta iluminar una historia marcada por el terrorismo sexual y el silencio que imper? durante y despu?s de la ?ltima dictadura c?vico militar. ?La violencia sexual a la que fueron sometidas las v?ctimas del terrorismo de Estado que oper? en Argentina ha sido silenciada por muchas de ellas y fundamentalmente por el sistema de justicia que no investig? ni sancion? esa forma espec?fica de violencia, con claras connotaciones de g?nero. Esta investigaci?n se propone romper el silencio institucional y social que ha envuelto a estos delitos, con el prop?sito de que sean considerados delitos aut?nomos de lesa humanidad y parte integrante del plan de represi?n clandestina y de exterminio. El Estado y la sociedad en su conjunto a?n tienen una deuda pendiente con las v?ctimas?, se?alan las autoras.
?La palabra nos d? liberaci?n?, expresa Stella Hernandez. ?Estos libros nos ayudan a poder entender, elaborar y pensar c?mo pas? y c?mo salimos de esto?, dice. Agradece a las investigadoras, a las organizaciones feministas , a los incasables abogados de derechos humanos. Recuerda aquel infierno que atraves? junto a sus compa?eras. Solo el abrazo entre ellas era lo humanamente posible all? dentro, sentencia.
Ella sabe, y sus compa?eras tambi?n, que ?nicamente la Justicia podr? otorgarles la reparaci?n que todav?a esperan.
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Foto: redaccionrosario |
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Publicado el: 25/11/2011
Por Mar?a Cruz Ciarniello.
Categor?as: G?nero / Documento
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